El San Sebastián volverá mañana, con su lento taconeo, a las calles de la villa «Para mí, es un sueño hecho realidad»

Laguna de Negrillos celebra este fin de semana sus fiestas del Corpus. Verbenas, motocross, danza o fuegos de artificiales llenan el programa. Pero todas ellas se quedan ensombrecidas por la actuación del San Sebastián. Todo está ya preparado. Todo listo para que mañana a partir de las once y media de la mañana de comienzo la procesión del Corpus Christi de Laguna de Negrillos, la celebración anual de más raigambre entre los vecinos de la localidad y la que más proyección de cara al exterior le ha dado. Declarada de interés turístico regional parece haber permanecido ajena al paso de los años. En ella se mezclan lo sagrado y lo profano, la tradición y el mito, el firme taconear de un arrogante San Sebastián con el humilde caminar descalzo de San Juan Bautista. Sus comienzos se enmarcan entre los siglos XVI y XVII, siendo organizada desde 1648 por la Cofradía del Señor Sacramentado. Su origen está relacionado con los autos sacramentales y los primeros pasos del teatro español. Aunque la fiesta está dedicada al Santísimo Sacramento, es el personaje de San Sebastián el que atrae la atención del público. Representa a un centurión romano vestido al estilo militar de la España de la época napoleónica que por su fe cristiana fue martirizado. Es característico su taconear, su forma lenta y pausada de caminar. En su recorrido trata de negar al público su fe, que finalmente reconoce cuando realiza una venia con la cara descubierta ante el Santísimo, tras lo cual se va presuroso. Siguiendo sus pasos e intercalados con las imágenes van los apóstoles, San Miguel, San Juan Bautista, San Juan Evangelista y Jesucristo. Junto a ellos, los danzantes representan la los ángeles custodios que vigilan la Sagrada Forma y a la que nunca dan la espalda. «Para mi es un sueño hecho realidad», manifiesta abiertamente el joven Óscar Rodríguez Fernández que será quien este año guarde su rostro tras la careta de San Sebastián. Óscar, de 20 años y músico de profesión, dice estar algo nervioso e ir poniéndose cada vez más a medida que se acerca el domingo. Desde que allá por el mes de noviembre se enteró que él sería quien encarnaría al popular personaje, enseguida comenzó a prepararse físicamente. Al principio simplemente caminando unas dos horas diarias. Hace unos dos meses comenzaron los ensayos propiamente dichos. Primero muy suaves hasta llegar a las dos horas de los últimos días «para que las piernas te aguanten el día de la procesión», comenta. En ese sentido, en el del plano físico, el joven está tranquilo y confiado. Pero hay un momento al que teme especialmente. Justo los instantes de la «bajada de los apóstoles. Es justo antes de empezar la procesión. Estás en el coro esperando a bajar a la iglesia para empezar. Ahí no sabes como vas a reaccionar. Porque después de que empiece te vas soltando poco a poco. Pero ese momento es el peor», afirma.