Diario de León

SOSERÍAS

Encuesta universitaria

Publicado por
FRANCISCO SOSA WAGNER
León

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EN UNA sosería anterior -yo mido mi tiempo por la unidad sosería- me quejaba por no haber sido encuestado jamás y demostraba mi sorpresa porque, existiendo tantísimas encuestas, nunca hubiera sido yo objeto de ninguna y así me consideraba melancólicamente el «hombre sin encuestas» como aquel «hombre sin atributos» que noveló Musil en la Viena apacible de aquellos años desapacibles de entreguerras. Pedía que se me dijera si existían unas oposiciones a encuestado o acaso algún escalafón en que ya figuraran las personas dignas de ser preguntadas donde se almacenaban trienios y otras gabelas... en fin reclamaba explicaciones por el trato discriminatorio sufrido. Pues bien, al día siguiente de salir el artículo publicado, recibí por fin los pliegos de una encuesta desde un alto e importante organismo de la educación universitaria española. Consecuencia sin duda de mi sosería, un género este al que siempre he atribuido un efecto mirífico, y a veces incluso terapéutico, sin que nadie me haya hecho nunca el menor caso. Es verdad que no había sido seleccionado como ciudadano común sino en mi condición de catedrático universitario pero algo es algo, me dije, se empieza por poco, querido Sosa, y no sabe usted dónde puede llegar en esta carrera que ahora inicia como encuestado, el encuestar como el rascar todo es empezar, quien hace un cesto, hace ciento... y así una larga retahíla de lugares comunes, estúpidos si se quiere, pero que a mí me dieron moral, me reconfortaron, contribuyendo a librarme de mi abatimiento cierto y palpable, propio de una víctima. Las preguntas eran muchas como relacionadas que estaban con un asunto arduo, el diseño de las titulaciones. Por si el lector ajeno a la jerigonza universitaria no lo sabe, el ministerio y sesudas autoridades, en fecundo connubio con órganos de composición mixta y de representación paritaria, democrática y ejemplar, órganos donde se mezclan los estamentos en una suerte de unión mística que tiene algo de hipostática, se entregan de cuando en cuando a modificar los planes de estudio: aquí un corte, allí un añadido, acá una optativa, acullá una troncal, y así se va tejiendo una licenciatura y formando un orden académico terso y fecundo. Al cabo de unos años se advierten los desajustes cometidos pero, al amparo de la jaculatoria «pelillos a la mar» y pues que nadie se siente responsable como fruto que fue todo en su día del benéfico consenso, no hay dificultad alguna en volver a darle al manubrio del bodrio: puntada por un lado, zurcido por el otro, remiendo, plancha y listo para llevar. Ahora nos hallamos inmersos en uno de estos procesos y es en su marco en el que se me formula la cuestión que transcribo literalmente: «valore usted la importancia de cada una de las siguientes competencias transversales genéricas en relación con los perfiles profesionales definidos en el apartado cinco, según el esquema adjunto que sigue el modelo del proyecto Tuning». A alguien ajeno a la Universidad puede sonarle a viñeta de humorista. Convengo en que el texto es algo confusillo para personas en la higuera de la actual problemática pedagógica pero debe añadirse que, para aclararlo, está el contenido de la siguiente página, gracias a la cual el lector se entera de que las competencias transversales genéricas se dividen en tres grandes grupos: instrumentales, personales, y sistémicas (entre las cuales, a su vez, se hallan la motivación por la calidad y la sensibilidad hacia temas medioambientales). Un alivio en toda la regla es esta clasificación esclarecedora gracias a la cual podemos contestar con conocimiento de causa. Apoyado en estas premisas metodológicas ya no albergo la menor duda del éxito de la nueva cosecha de planes que se avecina, rica y de óptimo aroma, acariciada como va a estar por el sol de los mejores cuidados científicos.

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