Diario de León
Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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Mientras exista la vida, mientras en ella pasen cosas y a los seres humanos nos guste que nos cuenten cosas que pasan o pueden pasar en este mundo o en cualquier otro, seguirán existiendo las novelas. Uno de los éxitos de la reciente Feria del Libro de León ha sido cierta elaborada y divertida novela titulada «Mala suerte», escrita por Juan Aparicio-Belmonte (Editorial Lengua de Trapo). Dicha obra fue presentada aquí por José María Merino, y un jurado compuesto por Juan Manuel de Prada, Javier Reverte, Julio Llamazares, Soledad Puértolas y Almudena Grandes le otorgó el primer Premio de Novela Caja Madrid. Y no es el Premio, ni todos esos escritores que la avalan, sino su bien trabada estructura, su innovadora aportación al encorsetado género negro y su ritmo, lo que me impele a recomendársela como lectura para este verano. Y es que los lectores sabemos que el mundo es una galería de personajes que el novelista selecciona y amplía con su personal mirada. La mirada de este autor, por ejemplo, resulta mordaz, cínica, interesada e interesante como la historia que nos cuenta. Entre sus personajes figuran Esteban, un abogado neurótico bastante bocazas y aficionado a las drogas, y Layla, su comedida mujer. Tienen un hijo. También forma parte de la vida de Esteban don Fernando, el reservado sicoanalista que le está tratando, Gonzalo, su avispado camello, y la gente que aparece por su bufete y por el bar que frecuenta. Acaba de morir asesinado el prestigioso actor Fabio Cotta y un gordo inspector está investigando el caso, aunque pronto delega en una mujer policía. Por el medio estrés, diálogos, ecos, el surrealismo de la vida diaria con el lenguaje propio de un buen observador de la vida diaria. De un novelista. De un voyeur. Todo comienza cuando se presenta en el despacho de Esteban cierto loco adinerado con un calzoncillo en la cabeza, y le propone que mate a un hombre. A partir de este arranque demente el autor nos introduce en una trama repleta de intriga y sobre todo humor; un humor inteligente y moderno que nos invita a reírnos de nuestra sociedad. El humor y la poesía lírica, creo yo, son lo más difícil de hacer en literatura, y por eso intuyo que no carece de esfuerzo conseguir la coña marinera que fluye por estas páginas. Los diálogos recuerdan, por ejemplo, a Billy Wilder, pues rayan el absurdo algunas veces si se sacan de contexto, pero dentro de la historia cobran pleno sentido. Todo sucede a ritmo vertiginoso y la estructura, conformada en forma de mosaico o puzzle, potencia la sensación de graciosa confusión que desprende la novela y nuestra vida. De hecho he ahí, en mi opinión, una valiosa lección que nos aporta este libro: nos invita a ver el lado bufo de la gente sin ética, y provoca que nos hagan gracia muertes, poses sociales, trapicheos con drogas, enfermedades mentales y demás familia, acaso para que comprendamos así que una forma revolucionaria de cambiar el mundo consiste en reírse de él. También son finamente divertidas las situaciones que se nos presentan aquí, como cuando Esteban va a su sicoanalista sólo para decirle que le vuelve loco la enfermera de éste: «Entro en tu consulta, en este lugar, y me quedo muy impresionado, el corazón me late como si estuviera delante de una diosa. Es impresionante. Esos ojos, esos labios, esa picardía... Me gusta mucho... Pero no es sólo la cuestión física. Es también la cosa mental. Me incomoda verla porque creo que me he enamorado, parece mentira pero es así. También me gusta mi mujer y también me gustan otras, pero tu enfermera es especial...». Hay quien lee por distracción y hay quien lee como ejercicio intelectual y emocional, como forma y manera de entender la vida o, cuando menos, de intensificarla. Cualquiera de estas razones justifica asomarse a la primera novela de este joven narrador. Les gustará.

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