| Reportaje | Todo por una herencia |
Tres noches sobre una tumba
Begoña Díez lleva ya tres noches durmiendo en el cementerio de Almanza, concretamente sobre la tumba de su padre, donde ha extendido una manta y utiliza un saco de dormir para mitigar el frío del rocío de las mañanas. Y su peculiar forma de protesta continuará hasta que logre que se revise de nuevo el reparto de la herencia de sus padres que hace varios años se realizó entre los ocho hermanos. Aprovecha las últimos rayos de luz para continuar leyendo, dado que según nos dice no se ha traído una linterna. Su actual lectura es un libro titulado Dirigir y motivar en equipo . Cuando la noche no le permite continuar su lectura se introduce en el saco para dormir; algo que suele hacer de un tirón si su maltrecho oído no le juega una mala pasada y le obliga de despertase a media noche. Su desayuno ha consta de pepinos y nueces, aunque piensa degustar las tortas artesanales que se hacen en la panadería de Almanza. Esta dieta vegetariana es la que repite a la hora de la comida, ya que considera a la verdura, la fruta y los frutos secos un alimento «más sano». Lamenta no poder ir a misa ya que tendría que abandonar una mochila y una maleta donde guarda ropa y utensilios de aseo, puesto que Begoña no cuenta con una casa en Almanza. Otra de las cosas que hace para pasar el rato es limpiar de cardos y hierbas la tumba de su padre. Algunos vecinos le han ofrecido de comer y cada día que pasa son más los que la van a ver en el cementerio. Entre esas visitas, la de algunos familiares que intentan convencer a Begoña para que abandone lo que para ella ha definido como «una asignatura pendiente». Tiene contactos diarios con su marido, quien «acepta» esta situación aunque al principio le había pedido que dejase pasar las cosas y no se metiese en líos. Pero para ella el único que inició los líos fue el contador-repartidor, Joaquín Vives, que no realizó los lotes de la herencia por igual. «Joaquín Vives no tuvo en cuenta la valoración real de las cosas e hizo un reparto en el que los lotes se ha demostrado que no son iguales. Por ello hay que volver a realizar una valoración. La gente sabe no una casa y un molino tiene bastante más valor que una finca de secano», matiza Begoña Díez. En cuanto a la reacción de sus cuatro hijos reconoce que no entiende lo de la lucha y que su única preocupación es comprarse un piso y un coche. «Los hijos son un tanto pasotas y lo único que quieren es que les compres un piso y un coche. Para ellos el fin de semana es sagrado; por eso espero que me llamen entre semana», puntualiza. Parte a la Guardia Civil Las noches del cementerio de Almanza se le hacen «rápidas» y en ningún momento ha sentido miedo, ya que dice que el miedo hay que sentirlo de los vivos y no a los muertos: «El mayor miedo lo tengo a mi cuñado Enrique, tal y como ya lo he comunicado a la Guardia Civil de Almanza. Por lo demás creo que merece la pena este esfuerzo, ya que es una asignatura pendiente que tengo que aprobar». Es consciente que la lucha puede ser larga, pero insiste en que si hay algo que la define es el ser una luchadora en todo por ello cree que el esfuerzo merece la pena y especialmente cuando a veces piensa en el momento de lograr las cosas. La noticia de la forma de protestar de Begoña se está extendiendo por toda la Montaña Oriental Leonesa y es uno de los comentarios más generalizados. A algunos les sorprende lo de dormir en el cementerio y otros manifiestan que por el mal reparto de las herencias muchas familias se ha roto.