| Callejero |Plaza de Antonio Colinas |
Poéticos enclaves bañezanos
Pocas veces queda tan clara la denominación de un enclave como en esta atractiva plaza que lleva el nombre del poeta Antonio Colinas, uno de los más laureados y reconocidos escritores venidos al mundo en tierras leonesas. Dos son los rótulos, prácticamente superpuestos, que indican al paseante el acertado nombre del lugar. En el superior figura una pluma, mientras que el inferior muestra una imagen del propio escritor homenajeado en su villa natal. En cuanto a su descripción urbana, a la plaza desembocan o nacen de ella la calle Astorga, Tenerías, La Veguilla, General Benavides y la calle Mercado. Y en su centro geográfico, procurando una armoniosa y moderna imagen al conjunto, un jardín enriquecido con un grupo escultórico de trazos actuales. También asoma al lugar la parte trasera de las cocheras de Ramos, además de una discoteca que ha sido centro lúdico de referencia durante años. Si volvemos la vista atrás, en este lugar existió antaño el llamado "puente de la calle Astorga", más conocido popularmente como "la puente de Mojaelgallo". Una curiosa denominación que el bueno de don Conrado Blanco explica del siguiente modo: el vizconde de Bazán tenía un trompeta que estaba enamorado de una lavandera que acudía regularmente al regato. Cierta tarde de otoño, el caballo del soldado se encabritó a causa del imprevisto vuelo de un gallo, lanzando al jinete hacia el agua. Cuando le rescataron, mojado y asustado, tenía cogido entre sus brazos al gallo causante de tan ridícula situación. Y de ahí el llamativo nombre del puente. Antonio Colinas Lobato vino al mundo el 30 de enero de 1946, en La Bañeza, ciudad a la que atribuye buena parte de sus raíces poéticas. Aquí disfrutó de una infancia plena y feliz, adobada con las lecturas de Salgari y Julio Verne, y recordada con nostalgia a causa de las correrías por el río y las noches de juegos y carreras bajo los soportales de la Plaza Mayor. Cursados los primeros estudios, Colinas se trasladaba a Córdoba para terminar el Bachillerato. En tierras andaluzas descubriría la fascinación de la poesía, vocación ya asentada cuando se estableció en Madrid para seguir estudios de Ingeniería Técnica en su Universidad. En la capital de España entraría en los corrillos literarios de la época, iniciando una larga y productiva amistad con el gran Vicente Aleixandre, a quien conoció en 1968. Ese mismo año se presentaba al prestigioso premio Adonais, logrando un accésit que sería preludio de los muchos galardones que llegarían después. Premio nacional de literatura En el mes de enero de 1971 y sustituyendo a un amigo, Antonio Colinas viajaba a Italia como Lector de Español. Allí permaneció durante cuatro años en la Universidad de Milán y tres de ellos, simultáneamente, en la de Bérgamo. Tras este período italiano, calificado como "deslumbrante" por el bañezano, abandonaría definidamente la enseñanza para dedicarse a tiempo completo a la literatura. Una faceta que comprendía muy diversos y complementarios campos. Fue traductor, colaborador en prensa y crítico en periódicos y revistas especializadas como Informaciones, Revista de Occidente, Cuadernos Hispanoamericanos y El País. Asimismo ha impartido conferencias en distintos congresos nacionales y extranjeros, y todo ello desde su residencia en la bella y mediterránea isla de Ibiza, un lugar que según los especialistas ha tenido enorme influencia en la personalidad poética de Colinas. Su obra En cuanto a su obra, y sin pretender realizar un catálogo exhaustivo de la excepcional y prolífica producción del escritor bañezano, cabe citar por sus evidentes conexiones provinciales el Viaje a los monasterios de España, donde figura un emotivo capítulo dedicado a la bautizada como "Tebaida berciana"; y Orillas del Órbigo, plena de recuerdos, nostalgias y amables vivencias personales. Y si hablamos de poesía, su reputación como autor de enorme talento quedaría confirmada en su primera época gracias a Preludios a una noche total, Truenos y flautas en un templo y Tarquinia, premiado por la crítica como el mejor libro de poesías publicado en España durante el año 1975. Luego llegarían varios y diversos títulos y publicaciones que han consolidado y reconocido el prestigio mundial de Antonio Colinas, reconocido con varios galardones de tanto mérito como es el Premio Nacional de Literatura o el de las Letras de Castilla y León.