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Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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PRESTA MUCHO cuando se puede escribir en esta columna, que intenta ser, semana tras semana, una crónica de la actualidad en estos valles perdidos, de manera distendida, de algo tan bonito como es el que Laciana se convierta durante un fin de semana en el centro cultural, no ya de la comunidad, sino del país. Y esto viene sucediendo, año tras año, desde que hace seis, Eduardo Arroyo ejerce de anfitrión, organizador, promotor, y no sé cuantos oficios más podríamos decir, trayendo a estos bonitos paisajes una paz en forma de música. Los conciertos que Eduardo Arroyo patrocina al aire libre en su pueblo, Robles de Laciana, son algo más que un lugar en el que la flor y la nata de la cultura, oficial y oficialista, se dan cita. Es cierto que la asistencia de personajes famosos de todos los ámbitos culturales y políticos atraen a alguna gente, pero no es menos cierto que los lacianiegos de a pié se están acostumbrando a escuchar buena música aquí abajo, donde comienzan las faldas del Muxivén. Así, años tras año, la genial pianista Rosa Torres-Pardo deleita a propios y extraños (aunque creo que pocos se podrán sentir extraños cuando se acercan al Valle de Laciana), con su música. Otra que igualmente acude cada verano a su cita con Robles es la mezzosoprano Marina Torres, ambas deben de sentir ya que alguna fuerza oculta las atrae cada año a Laciana. Posiblemente sea la paz eterna de nuestras brañas. En esta ocasión el recital ofrecido tuvo, además de las ya citadas como habituales, a otros intérpretes de renombre tales como la soprano leonesa Soledad Gavilán, los pianistas Antonio López y Manuel Burgueras, Pablo Pardo, Carmen Serrano, María Lasarte, Enrique Viana y el trío de cuerda Assai. Si a la calidad de los intérpretes unimos el incomparable marco, y esta vez no es un tópico el decirlo, en el que se desarrollaron los conciertos el pasado viernes y sábado, en uno de los pueblos más cuidados y respetados (y esperemos que así continúe) de Laciana, el éxito de los mismos hay que suponerlo. Solamente noto en falta algo, a esta lluvia de personalidades que todos los veranos tiene el Valle de Laciana, y es el que todos y cada uno de los que nos visitan y recorren, de la mano de Eduardo Arroyo, nuestras brañas, nuestros pueblos, nuestros polvorientos caminos, se implique un poco en algo que necesita en grandes cantidades nuestro pequeño país lacianiego, la concienciación de que no se puede continuar con la destrucción del entorno que nos rodea. A todos estos ilustres visitantes que año tras año pasean por nuestros valles, sean del mundo de la política como José Luis Rodríguez Zapatero, posiblemente futuro presidente del gobierno, habría que exigirle que no se olvide de que la destrucción que vio puede terminarse de un plumazo. A los demás de los mundos de la cultura, que sean consecuentes y ayuden a conservar lo que nos queda, así podrán regresar el próximo verano y contemplar los mismos paisajes vírgenes que contemplaron siglos atrás nuestros antepasados. Y a todos, lacianiegos o visitantes esporádicos, a los que disfrutaron con la música en silencio, que levanten la voz contra la sinrazón cuando llegue el momento.