CARTA TE ESCRIBO
En las fiestas, libros
QUERIDO hermano: Hoy cerramos ciclo festivo que nos ha traído ajetreados, casi deshidratados (el calor) por el azacaneo constante, producto de la curiosidad y del prurito participativo; eso que, algunos, ya andamos con el programa en mano eligiendo aquello que mejor va a las facultades físicas y mentales. Pero mira, entre las exposiciones, como la de Escarpizo que viene a ser una peregrinación jacobea, la de Toño, Pereda, Calvo, o la de las catedrales de Imagen Más; los conciertos que han tenido una variedad notable con destacado lugar la muestra de música tradicional; el teatro con obras para todos los gustos, o la búsqueda de nuestras raíces romanas en la «Asturica Augusta» andamos deslomados; por cierto que la fiesta romana, este año ha sido motivo de grandes elogios, con un empujón positivo al integrarse en la confección del programa numerosas personas ajenas al municipio; todo mundo se hace lenguas de la buena organización, del éxito y del remonte que se ha conseguido. Bien sabes que no soy muy dado a estas recreaciones, sobre todo porque siempre andamos celebrando derrotas -como la de Villalar- pero una vez que fuimos pioneros en las resurrecciones hay que mantener el tipo; que de fiestas medievales, cenas pantagruélicas bien cobradas y demás zarandajas ya estamos hasta el gorro, pero... Mas las fiestas de Astorga, hermano, tienen una constante especial; es que son fiestas para libros sin tener la feria que en otros lugares es casi obligatoria. Bien sabes que, cada año aparece un astorgano, o más, con un ejemplar recién cocido bajo el brazo. Astorga es así, qué quieres; nos ha salido prolífica desde que Plinio se paseó por estos andurriales y nos dejó en su libro aquello de «urbs magnifica». Después cada centuria, cada lustro, cada año, épocas ha habido que cada mes, asistimos al alumbramiento de nuevos textos, interviniendo de comadronas atareadas que no vas a dejar a la parturienta, o parturiento, abandonada, que lo de la «covada» vete a saber si es cierto. En esta ocasión, querido, la tarea ha sido más ardua pues nos hemos encontrado con trillizos. No te cuento lo del «chistu maragato» de un tal Egoechea por la risa que me da, pero tiempo habrá. Así que lo dicho, trillizos hemos tenido; el día 22, Miguel Combarros, un rendentorista de Barrientos como no podía ser de otra forma viendo su apellido, nos congregó para enseñarnos su tercer poemario al que tituló «Oficio de la luz», donde sus versos místicos desgranan la génesis, la cercanía y los destellos de la luz en fulgores y relumbres, como fogonazos espirituales. Cuando lo leas ya me dirás pero yo me quedo con el titulado «La lumbre del hogar» que nos retrotrae al filandón sagrado, a los cuentos y leyendas de las noches de cierzos, del crepitar de los tueros y la nieve en el Teleno. Ese mismo día, cuando el CIT entregaba sus premios de periodismo y poesía, obsequiaba a los asistentes con un ejemplar, reedición del «Resumen de los Sitios de Astorga» del general Santocildes. Arsenio García, nuestro joven historiador ha enriquecido el volumen con el prólogo y apéndices, fruto de sus últimas investigaciones para su tesis doctoral que nos aportará numerosas novedades sobre aquellos años de guerra, como el código cifrado de señales visuales que empleaba Santocildes. Y ayer mismo, Fernando Alonso nos entregaba la primicia de su última obra,documentada y excepcional en contenido y continente. Para los que andáis metidos en filatelia, que sabéis de postas y correos, porteos reales y cosas camineras es una joya, pues hasta este tu hermano, ignorante en esas lides ha visto la importancia que puede tener «León en la historia postal». El espacio no da para más, si bien quería resaltar, para tu envidia, esta faceta de nuestras fiestas. Hecho está.