Un antropólogo propone formar a los prejubilados para fines sociales

El doctor en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid, José Herrero, advirtió que la reestructuración del sector minero «no se está haciendo bien», y criticó que la política llevada a cabo por la Administración central reduciendo plantilla mediante jubilaciones anticipadas no vaya acompañada de otras medidas que permitan la formación cultural de los mineros beneficiados, para su posterior contribución en tareas sociales. Herrero es director de la asociación Promotora Española de Lingüística, Proel, y fue el secretario del curso internacional de verano sobre Lingüística y antropología para trabajo de campo , que se celebró en Villablino y que él mismo se encargó de clausurar con una conferencia sobre la identidad de la minería leonesa. A su juicio, «con la formación llega el desarrollo». Herrero señala que «lo fácil es dar dinero, jubilar a miles de trabajadores, olvidarse de ellos, que baje la población minera y se acabó. Lo difícil es que el Estado se haga cargo de un colectivo de gente con más de la mitad de su vida por delante sin ninguna ocupación», además de sentenciar que la reforma no debe consistir «únicamente en eliminar masa minera». Este antropólogo cree que aplicando un plan formativo destinado a los prejubiladados permitiría que estos pudieran participar en tareas sociales o colaborando de diferentes maneras en el desarrollo de la sociedad. «Los prejubilados mineros pueden formarse para participar en fines sociales», comentó. Al margen de este asunto, José Herrero aprovechó la conferencia para resumir algunas de las conclusiones más significativas de la tesis doctoral que realizó sobre el colectivo minero en la comarca de Laciana. Sobre todo destacó el cambio que la llegada de la industria minera supuso en una sociedad dedicada hasta principios del siglo XX a la agricultura y la ganadería. Minería y religión Según remarcó, ese panorama modificó sustancialmente la identidad social de todo el valle, desde la economía en las familias con la aportación de un salario fijo, hasta los valores religiosos. Según señala el doctor en Antropología de la Complutense, «en las sociedades ganaderas la divinidad está representada en todos los aspectos, mientras que en la minería sólo se recurre a la religión cuando la muerte está cerca o es inminente, pero sino predomina un clima secularizante».