| Reportaje | Revisión del pasado en Valderas |
La villa de piedra
Defienden algunos entusiastas de Valderas que apenas hay poblaciones leonesas que la aventajen en interés histórico. Y es verdad. Muchos visitantes y autóctonos de la capital de las Siete Villas desconocen que por sus tierras pasaron todos los pueblos invasores de España; y que por sus calles, alcázares, casonas señoriales, castillo, iglesias y casas consistoriales aun persisten las huellas de nobles, guerreros, señores, marqueses y reyes que transitaron o permanecieron en este pueblo en tiempos pasados. La historia local ha seguido el compás de la nacional, pero hace años que sobre ella pesa una epidemia de indiferencia y abandono que sólo las Autoridades podrán sanar. En Valderas permanecen auténticos monumentos artísticos que se están deteriorando y que pueden llegar a desaparecer. Se trata de una arquitectura popular de gran riqueza, en su mayoría de los siglos XVI, XVII y XVIII, cuando la villa vivió su época de esplendor, favorecida de privilegios reales que recibían muchos valderenses por su lealtad al Monarca. Fue un periodo en el que se construyeron la mayoría de los edificios públicos y particulares con materiales caros como la piedra y el ladrillo sustituyendo al adobe utilizado hasta entonces. Se fomentó así un estilo arquitectónico típico que tiñó de grandeza y belleza los caminos y plazas del municipio. Eran casas divididas en dos plantas. El primer piso estaba hecho de sillares de piedra y destacaba la puerta principal que daba entrada al zaguán o portalón, un distintivo de las riquezas que podía esconder el interior de la casona. Al lado de la puerta de entrada había dos o tres ventanas protegidas con barrotes de hierro, en ocasiones forjados, que daban luz a dormitorios, cuartos de arneses y sótanos. La segunda planta se construía de ladrillo muy cocido. Sobresalía un balcón central que estaba flanqueado por ventanas grandes que correspondían a salones señoriales. Escudos de casas solariegas No faltaba en algunas fachadas de estas viviendas el escudo con las armas y blasones de las familias que habitaban en ellas. Eran riquezas añadidas que convertían la morada en lo que se ha denominado como «casa solariega». En un estudio encargado por el Ayuntamiento en 1999, se registraron 38 viviendas valderenses y 19 casas solariegas; todas ellas repartidas por calles como la de San Isidro, en la que destaca la casa de los Marqueses de Valderas. La de los Castillos, donde distinguimos un curioso balcón de esquina o en la de Alonso Castrillo, que alberga joyas como la casa de los Marqueses de Janillo o la casa del Charro. De esta misma época existen otros edificios en la calle Santiago, Trinidad o la de los Arias; así como en las plazas de Ramón y Cajal y en la Plaza Mayor. Sobra decir que cada monumento de esta villa atesora los ecos de vivencias que, en la actualidad, no somos capaces de imaginar. Sería bueno que naciera en los vecinos cierto interés histórico por lo acontecido en estas tierras, ya que ayudaría a meditar sobre el momento actual de Valderas y a corregir actuaciones y situaciones que necesitan un cambio.