Diario de León

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Apuntes de un templo emblemático

El arquitecto leonés Manuel de la Lastra construyó la torre actual de la iglesia en 1681 y el retablo mayor es de Francisco de Rivera, que recibió 18.000 reales por el trabajo

Aspecto actual de la iglesia de El Salvador, con su sólida torre, desde la plaza del mismo nombre

Aspecto actual de la iglesia de El Salvador, con su sólida torre, desde la plaza del mismo nombre

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Javier Tomé - la bañeza
León

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Según recordamos en las pasadas entregas, la iglesia del Salvador tiene su origen en el monasterio donado en 932 por Abamor Eximiz y su esposa Cendina a San Genadio, el entonces obispo de Astorga. Tras ser destruido por Almanzor en su tremenda campaña de 987, el monje Doney reconstruyó el recinto, iniciando el listado de donantes y benefactores que han volcado sus esfuerzos y generosidad en este emblemático templo, dentro de un proceso que se ha perpetuado a lo largo de los siglos. La partida de bautismo más antigua que se conserva entre los antiguos legados del llamado entonces San Zalvador de Vanieza , corresponde al año 1560. Una época, por cierto, donde ya resultaban frecuentes los mercados dispuestos a la vera de sus pétreas y solemnes murallas. En los documentados trabajos realizados por don Conrado Blanco podemos repasar algunos apuntes históricos relacionados con el templo, cuyo recuerdo nos hace viajar en el tiempo a la antigua villa bañezana. Así sabemos, por ejemplo, que el 20 de julio de 1578 se pagaron 33.000 maravedíes al cantero Toribio del Valle, autor de la capilla de la iglesia. En el año 1663 se abonaron a Lucas de Ugidos y Baltasar de Cuéllar, vecinos del lugar, la cantidad de 146 reales por limpiar la tierra que había caído en la iglesia al poner las puertas que daban hacia la barriada de Olleros. A Miguel de Campuzano, natural del valle de Buelna, se le pagaron 330 reales por el trabajo de construir un marco de piedra labrada y asentar las puertas. Y para la Barbacana que se instaló junto al templo, se emplearon 20 carros de piedra que supusieron un coste de 47 reales. Don Francisco Travieso y don Martín Álvarez, mayordomos por entonces de la fábrica de El Salvador, pagaron en 1678 la suma de 11 reales por los gastos que se hicieron al sacar la Virgen de la Cruz para rogar por el término de la epidemia de peste que asolaba por entonces la villa. Dos años más tarde se realizaron nuevas rogativas, en esta ocasión a causa de los temporales, sacando tanto a la Virgen de la Cruz como al Santo Cristo de las Ánimas, lo que representó un dispendio de 23 reales y medio en las cuatro procesiones que recorrieron las calles. En 1755 se compusieron los asientos que se hallaban alrededor de la iglesia, empleándose en la operación tres carros de piedras grandes, cal, arena y jornaleros, todo ello con un coste de 57 reales. Y dando un gran salto en el tiempo, en la sacristía de El Salvador colgaban hasta hace poco dos tablas en las que se consignaban los aniversarios, fiestas, rogativas, misas y demás obligaciones de la parroquia. En una de las tablas figuraba la siguiente anotación: «Diciembre. El Domingo después de la festividad de la Concepción de Nuestra Señora se debe celebrar cada año Misa solemne con el SS. º Patente, en desagravio por los atrocísimos que se hicieron a S.M. en estos Reinos el año 1710 por las tropas inglesas. Deben asistir los clérigos de la feligresía, pena de 20 maravedíes. Mandó hacer esta fiesta el Ilustrísimo Sr. Don José de Aparicio y Navarro en todo este obispado a instancia de nuestro Rey Felipe V». Una descripción actual La panorámica actual de la iglesia de San Salvador ofrece a los ojos del espectador la robusta y cuadrada torre que construyera en 1681 el arquitecto Manuel de la Lastra. La iglesia está compuesta por tres naves, separadas entre sí por bóvedas del siglo XVIII. En cuanto al retablo principal, obra del maestro Francisco de Rivera, fue realizado en 1644 a cambio de una retribución de 18.000 reales, mientras que la autoría del dorado corresponde al pintor bañezano Pedro Carrillo. La bonita imagen de El Salvador es obra de Lucas Gutiérrez, escultor nacido en la vecina localidad de Astorga. El dorado y estofado corresponde a Damián Gómez de Luaces, un pintor natural de Villafranca del Bierzo. Otras importantes tallas adornan al retablo: esculturas de San José, San Antonio de Padua, San Juan Bautista, Santa Bárbara y un coro de ángeles. Más detalles y adornos, distribuidos por las distintas naves, enriquecen la fábrica de tan entrañable recinto religioso. Por ejemplo, la imagen de Nuestra Señora del Rosario que se localiza en la nave de la Epístola. O el pequeño retablo donde figura un grupo escultórico de San Ana y la Virgen María de niña, escoltadas por dos tablas que representan a San Roque y San Sebastián. En definitiva, todo un muestrario de exquisita iconografía religiosa que eleva sin duda alguna el listón artístico de esta iglesia tan profundamente enraizada en el alma bañezana.

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