El matrimonio olvidó quitar el contacto de su coche, aparcado en el garaje
Los dos ancianos hallados muertos hace un año fallecieron intoxicados
El elevado nivel de monóxido de carbono provocó su colapso respiratorio cuando dormían
Técnicos del Servicio de Industria de la Junta de Castilla y León dieron las claves para determinar la causa del fallecimiento de un matrimonio de ancianos que residía en Huerga de Garaballes. El caso tuvo una gran repercusión social, debido a que los cadáveres de ambos se encontraron cinco días después de su fallecimiento, hace ahora poco más de un año -la Guardia Civil entró en el domicilio el 22 de noviembre del año pasado-. Desde el hallazgo de los cuerpos se había especulado mucho en el pueblo sobre la causa del fatal desenlace, sin que existiera una base real para hacerlo. La resolución del caso demuestra que el hombre, de 80 años, y la mujer, de 78, sufrieron una intoxicación por el monóxido de carbono que producía su turismo, que se encontraba en ralentí en la cochera de la vivienda debido a un olvido. Esta circunstancia unida al tiro que produce en la casa la escalera que comunica el piso superior con el inferior, donde se encuentra la cochera, provocó que el gas se esparciera por toda la casa. La circunstancia de que la inhalación del mismo se produjera cuando ambos dormían también influyó en el resultado, ya que la acción del gas es entonces más fuerte. Cuatro registros Llegar a estas conclusiones no fue fácil, según informaron ayer fuentes judiciales. De hecho, en el domicilio de los afectados se realizaron cuatro registros en busca de indicios que arrojaran una luz en una investigación en la que se descartó desde el principio la acción de un tercero y el suicidio. El primer registro se realiza en la noche del 22 de noviembre, cuando efectivos de la Guardia Civil y de los juzgados entran en la casa, alertados por los familiares. Se comprueba entonces que la espita del gas estaba cerrada y la calefacción a cero. La vivienda se precinta y los cadáveres se trasladan para realizar las autopsias, de muy larga duración y en las que sólo se aprecia que pese a la putrefacción exterior, los órganos internos se encuentran en buen estado de conservación, por efecto del monóxido de carbono, aunque el detalle pasa por alto, en principio, a los investigadores. Al día siguiente hay un nuevo registro. La ausencia de resultados en las autopsias hace pensar en un envenenamiento accidental. Se toman muestras de la basura, de la comida del frigorífico... de todo, y se envían al Instituto Anatómico Forense de Madrid. Las muestras de los cadáveres se envían de manera especial para su estudio toxicológico y patológico en unas neveras que el juez decano de La Bañeza, Herminio Maillo, pagó de su propio bolsillo, al no disponer los forenses de las necesarias -el envío, en cualquier caso, no era habitual-, para facilitar la rapidez del envío. Antes de acometer un tercer registro, agentes de la Policía Judicial y personal judicial advierte que de la chimenea de la casa, precintada, sale humo. El hecho se debe a una cadera que se automantiene para calentar el agua. Es entonces cuando se pide ayuda a los técnicos de la Junta y se encuentra la causa.