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Cumplen la tradición de llevar la Navidad al «techo» de la comarca lacianiega CRÓNICAS PÉSICAS

Los montañeros del valle colocan el tradicional Belén en El Cornón Cuento de Navidad

Sólo cinco participantes no lograron hacer cumbre y participar allí de una pequeña fiesta

Publicado por
Cristina Vergara PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR - corresponsal | villablino
León

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Un centenar de montañeros de la comarca de Laciana cumplieron el pasado domingo con la tradición de instalar el Belén de cumbres en el pico El Cornón, el techo del valle, a una altitud de 2.194 metros. Las bajas temperaturas, la nieve y el hielo fueron los protagonistas de una jornada que se inició a las nueve de la mañana en la plaza de Luis Mateo Díez de Villablino, desde donde partió el grupo de 102 excursionistas, entre los que se encontraban tres niños de 12 años, para comenzar la ascensión desde la localidad de Lumajo. Los participantes hicieron cima en torno a las doce de la mañana y sólo cinco de ellos no pudieron conseguir su objetivo debido a las numerosas dificultades que presentaba el último tramo, como una espesa niebla que entorpecía la visibilidad. Una vez reunida toda la expedición, se procedió a cumplir con la tradicional ceremonia, colocando las figuras del belén dentro de un habitáculo que permitirá proteger el nacimiento de las inclemencias metereológicas durante estas fiestas navideñas. Posteriormente, los montañeros continuaron la fiesta con villancicos regados con champán y turrón, a pesar de las bajas temperaturas y la nieve, que impidieron que pudieran disfrutar durante mucho tiempo en la cumbre. De hecho, sólo algunos de los excursionistas tuvieron el privilegio de poder firmar en el libro instalado en la cima porque la tinta del bolígrafo se congelaba como consecuencia del frío. La jornada finalizó en un refugio cercano, donde degustaron una comida para regresar a media tarde de nuevo a Villablino. La expedición navideña a El Cornón fue organizada por todos los colectivos del valle relacionados con el montañismo, como la Sociedad Peña Rubia, la Escuela de Esquí de Leitariegos y el Club de Montaña Laciana, y es el sexto año consecutivo que se lleva celebrando. Los montañeros de la comarca de Laciana preparan la llegada de las fechas navideñas con la organización de dos expediciones que tienen como objetivo la instalación de un Belén de cumbres en El Cornón y otro en el alto del Catoute. Esta última excursión se celebró hace dos semanas con la intención de colaborar en la instalación de un nacimiento con el club de montañismo Gistredo, para mantener una tradición que los montañeros bercianos iniciaron hace mas de 30 años, y a la que en las últimas ediciones se han sumado aficionados desde la otra ladera de este pico de 2.117 metros de altitud, en un entrañable acto de hermanamiento. SE LEVANTÓ de la cama lentamente. Se frotó los ojos con incredulidad al asomarse a la ventana que daba a la calle, nevaba copiosamente, caían unos copos enormes, como los que él recordaba de su infancia, cuando las nevadas eran nevadas y no lo que caía en estos tiempos. Giró el termostato de la calefacción y la temperatura comenzó a subir. Se acercó al baño y al mirarse en el espejo se dio cuenta de que su barba cada día estaba más y más blanca. Al lavarse los dientes pensó cuando todos eran suyos naturales, y no los inventos que ahora llevaba. Se duchó con calma con la ventana abierta de par en par, como siempre había hecho, aunque afuera seguía nevando quedamente. Se vistió y calzándose unas fuertes botas, se puso el chaquetón y salió a la calle. Ahora apenas nevaba, pero posiblemente habría estado nevando durante toda la noche, pues alrededor de la casa había como una cuarta de nieve. Caminó abriendo huella hasta llegar al mesón cercano. Decenas de pisadas le decían que alguien se le habría adelantado. Subió las escaleras de piedra lentamente, entró y dando los buenos días pidió un café con leche y un zumo de naranja. Ojeó la prensa, pagó y se despidió saliendo de nuevo a la calle. Un radiante sol invernal, de ese que se agradece, le cegó por completo al chocar con la nieve. Se acercó de nuevo a casa, abrió la cochera y sacó el todoterreno. Fue cruzando el valle de punta, subiendo hacia el puerto, aunque la nieve todo lo tapaba y alegraba, pudo notar como una niebla de desánimo cubría todo el valle. Debía de ser ese espíritu de abulia que comentaban por doquier, se había ido apoderando de las almas de las gentes. Aparcó el coche en lo alto y se asomó a contemplar aquel paisaje que había visto cientos de veces y que siempre había tenido en la retina mientras estuvo lejos. Aquellas laderas, aquellos valles que podía contemplar, a pesar de la tenue capa de nieve que los cubría, se adivinaban arrasados. El recordaba que, otrora todo aquello estaba cubierto de arboleda y de un verdor hiriente a la mirada, pero hoy eran paisajes lunares, como los que salían en los reportajes de la Nasa. Sentado sobre una roca, con los pies colgando de la mañana, dejó pasar el tiempo sin importarle. Su mente se perdía una y otra vez en recuerdos imborrables y pensaba que no habían sabido luchar por defender el futuro. Que, cuando la UNESCO le había concedido el privilegio de ser Reserva de la Biosfera, no supieron aprovechar la coyuntura y lo dejaron escapar. Otros se aprovecharon del confusionismo para terminar arrasándolo todo en nombre del progreso y de la viabilidad. Hoy todos reconocían que habían sido engañados. Habían pasado unos pocos años y El Valle (los valles) se habían ido quedando vacíos. No había niños, no había jóvenes y, los cuatro ancianos que quedaban estaban tristes. Enfiló la carretera de regreso bajando el camino que antes había ascendido. Cruzó el valle en sentido contrario y tomó la carretera de Babia. Al llegar a la última curva desde la que se divisa el Valle, aparcó el coche de nuevo y apeándose pensó en la frase que un día le había dicho JLV: «El futuro no existe, lo construyes tú»¿ Escupió sobre la nieve con rabia y mirando hacia el valle se le escapó una lágrima pensando en sus abuelos¿