La «Zepa» que es cepo

QUERIDO hermano: Ya me dijo la tuya que habías estado muy comedido en la Nochebuena; espero que en la despedida del año mantengas esa actitud, que ya no estamos para muchos trotes gastronómicos; aunque mi santa, en esta ocasión, como muestra de buena voluntad me concederá dispensa, vamos que me dará el capricho de saltar el colesterol. No te digo el plato de la noche porque eres capaz de propalarlo y hacerme burla. Pero lo tomaré con un par. Con un par, y más si preciso fuere, han de tomarlo los alcaldes, nuestros amigos Palazuelo y Alonso, de La Bañeza y Villamontán. Pues ya estarás al corriente que, desde la Junta, le han regalado para estas Navidades un cepo, digo una zepa , que no es precisamente de vid, sino cepos para inmovilizar carros, yugo que los tenga bien sujetos y que no reculen. Recuerda que fueron muchos años retransmitiendo, en directo, las carreras de motos en la ciudad vecina, y a la vez hermana; con los muchos amigos bañezanos me enganché al ruido, a la velocidad y a ese olor característico que produce ese ambiente inigualable. Son cuarenta años, y aún más, los que llevan suspirando por un circuito permanente de velocidad para abandonar las calles, siempre peligrosas. Tienen en su demanda la razón absoluta, que no hay por qué explicarla otra vez, así como todo el derecho en sus aspiraciones; y una y otra vez, desde Valladolid, se les ha negado el pan y la sal; por supuesto que, desde León, y a pesar del inmenso beneficio que ello podría reportar a toda la provincia, siempre han tenido una postura más que imprecisa, ante un apoyo que tendría que ser incondicional. Es curioso que desde la Diputación, el apoyo siempre ha llegado del partido que está en la oposición; antes y ahora. Ya ves, hermano; cuando parecía que, con tesón y negociaciones, habían salvado los mayores obstáculos; cuando con suma paciencia fueron enhebrando los intereses municipales de La Bañeza y Villamontán, conjugándolos con los correspondientes de la Junta Vecinal de Miñambres; cuando lograron aunar voluntades y disiparon las dudas que ensombrecían el proyecto; cuando, hasta parecía que desde las orillas del Pisuerga, cuando Villanueva era el encargado de la cosa y visitó la zona, se abría un resquicio para la esperanza, zas, aparece la zepa ; una cosa, que como ahora todo va en siglas, al parecer quiere decir algo así como Zona de Especial Protección de Aves, y me los pone a todos en un brete. Si en esta semana, que se cierra, no han presentado las alegaciones oportunas -que se habrán presentado, otra cosa es que las tengan en cuenta- el circuito quedará como aquel san Pedro, Nonato. La razón, según los sesudos estudios realizados, es que aquellos parajes albergan buenas colonias de pardales; que hay bastantes pegas a las que muchos llaman -con perdón-- maricas, y los entendidos urracas; que pueblan por allí una docena de alcaravanes, también llamados engañapastores ; así mismo se han visto vistosas abubillas que hieden que apestan. No faltan las que decimos pajarinas del rey, así como las cogujadas que sabes hacen los nidos entre los terrones; jilgueros, pimenteras, tal cual verderón, codornices en verano, alguna que otra perdiz y una manada de gaviluchos. O sea, querido, como cualquier campo, de cualquier pueblo de nuestra provincia, al que en mayo llegan los vencejos y las golondrinas para marcharse en agosto junto con las cigüeñas. Por ello, eso del zepa debiera ser ampliado, al menos hasta el Páramo Bajo. Con lo cual se le cortaba el vuelo -nunca mejor dicho- a esos insensatos del Motoclub, que no hacen más que incordiar. Buen invento ha sido ese del zepa para poner el cepo a la moto. Por Valladolid son más listos que los conejos de Borrenes.