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El Camino en la cultura leonesa

La red de albergues y refugios de la ruta Jacobea ofrece a los peregrinos 41 puntos de parada y fonda en la provincia de León, en los que destaca León, Astorga, Rabanal y El Acebo, que disponen de tres cada uno

Publicado por
Enrique Alonso Pérez - león
León

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Los Años Santos Jacobeos, siempre tan sugerentes en evocaciones unidas al multisecular paso de peregrinos por las viejas calzadas, animan nuestros Retablos con ecos de dormidos clamores ya milenarios y nos ofrecen la oportunidad de dar un toque a la conciencia de cuantos pueden, y deben, velar por el enorme contenido cultural que heredamos de este singular fenómeno espiritual del peregrinaje jacobeo a través del Camino Francés. La red de albergues y refugios remozada y reformada desde el «Jacobeo 99», ofrece en la provincia de León, nada menos que 41 puntos de parada y fonda en 30 lugares de nuestra geografía, en los que destacan: León, Astorga, Rabanal del Camino y El Acebo, que disponen de tres albergues cada uno, bien sean institucionales o privados. Comienza este gran movimiento de la Cristiandad medieval a principios del siglo IX. El descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, muy cerca de la antigua ciudad romana de Iria Flavia, fue el gran aldabonazo que movilizó a Europa entera con el propósito de arrodillarse ante el sepulcro del Santo. La devoción popular, unida a un sentido práctico de la andadura, fue señalando durante los dos primeros siglos unos hitos que se consolidaron como lugares de paso obligado. Cientos de hospitales, templos, monasterios y monumentos de todo tipo, nacieron de la necesidad de acoger física y espiritualmente a la ingente riada de concheiros que buscaban la redención y el pasaporte celestial en la purificación del jubileo. El denominado Camino Francés, que se unificaba en el navarro Puente de la Reina, después de bajar por los valles pirenaicos de Roncesvalles y Somport, seguía por tierras riojanas hasta entrar en los límites de la actual Comunidad de Castilla y León, atravesando tres provincias: Burgos, Palencia y León, con un largo recorrido por esta última, superior a los 200 kilómetros. Después, ya en tierras gallegas, el dilatado Camino encontraba su meta en la ciudad que surgió al amparo del hijo del Zebedeo: Santiago de Compostela. En nuestra tierra El Camino de Santiago entraba en tierras leonesas por la villa de Sahagún, pueblo que a partir de las concesiones reales de Alfonso VI había llegado a censar una población de doce mil almas, tres veces superior a la propia capital leonesa. Ningún historiador ha sido lo suficientemente categórico para distinguir la influencia que el Camino aportó a Sahagún en el florecimiento medieval. Muchos se inclinan a pensar que fue al contrario, es decir, que la Ruta Jacobea se vio enriquecida y agraciada por una Sahagún autónomo que nunca necesitó de ella. El caso es que pueblo y Camino se fundieron y complementaron para presentar un complejo artístico, monumental y cultural que fue centro irradiante de un benéfico influjo cuyo epicentro se encontraba en el todopoderoso monasterio cluniacense de San Benito. Hoy, que Sahagún duerme el sueño de sus pasadas grandezas, puede todavía presumir de un patrimonio poco común. La arquitectura de sus múltiples templos y las riquezas del museo que administran las monjas benedictinas dan fe de que cualquier tiempo pasado fue mejor. El recorrido de la Peregrina El convento franciscano de Sahagún, de factura mudéjar, más conocido por La Peregrina es el que aparece en la imagen,. En este edificio y hasta el siglo XIX fue donde se veneró la imagen de la virgen Peregrina, que fue realizada por la escuela sevillana del siglo XVII, concretamente de María Luisa Roldán, que hoy se encuentra en el museo de las Madres Benedictinas.

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