El histórico camino del Carmen
Los carmelitas descalzos levantaron un convento, con su huerta e iglesia, al que se accedía por la calle que hoy rinde homenaje a un obispo de Bercianos de Vidriales
La idónea combinación de clasicismo y modernidad que caracteriza al entramado urbano de La Bañeza, donde las calles muestran un lienzo de vida y arte, queda perfectamente reflejada en la vía que en la actualidad lleva el nombre del obispo Ángel Riesco Carbajo, tan ligado a nuestra ciudad por muchos y entrañables motivos. Antes de entrar a recrear la peripecia vital de nuestro protagonista, entre otras cosas fundador de El Adelanto , vamos a recorrer con nuestros lectores esta arteria que extiende su mediano trayecto entre la plaza del Obispo Alcolea y la plaza de los Reyes Católicos, un enclave saturado siempre de alegres risas infantiles. A modo de gran contraste, la calle arranca dejando a mano derecha el Hogar del Jubilado, amparado por un caserío de trazas atractivas y algún comercio distinguido por su modernidad. Según avanzamos por la vía, el trazado va girando hacia la derecha y entramos en una nueva panorámica, significada por viviendas más modestas que sus predecesoras y entre las que se intercalan algunos solares vacíos. Una vez situados en el punto final, el horizonte se cierra con la antes citada plaza de los Reyes Católicos, cobijo del parque infantil. En la antigüedad, exactamente hasta el domingo 22 de agosto de 1965 que adoptó la nueva denominación de Ángel Riesco, la vía se llamó camino del Carmen por ser el lugar de acceso hacia el convento de Nuestra Señora del Carmen, de carmelitas descalzos. Un cenobio desaparecido para siempre entre las nostálgicas brumas del tiempo, aunque su recuerdo sigue bien vivo para los estudiosos de la pequeña historia bañezana. Llegados a este punto, y tal como hacemos habitualmente, es preciso acudir a los documentados trabajos que llevan la firma del Padre Albano, uno de los mayores eruditos sobre el pasado de nuestra ciudad. Al parecer, según afirma tan apreciado sacerdote, el antiguo camino del Carmen era una vía célebre e incluso venerada, donde se vivían anécdotas como la referida a doña Francisca Cantoral Valencia. Durante los inclementes días de invierno, esta acaudalada señora mandaba a su criado para que abriese un camino entre la nieve por el que acudía al convento del Carmen. El nombre de camino del Carmen se remonta a principios del siglo XVII, pues los carmelitas descalzos ya habitaron una casa propia desde 1595 o 1596, transformada luego en convento y finalmente en iglesia durante el primer tercio del siglo XVII. Fueron los frailes y las mismas gentes de La Bañeza quienes abrieron el camino del Carmen, ya documentado con este mismo término en 1625, pues anteriormente no existía medio alguno para subir a aquellas alturas situadas extramuros de la ciudad. Llevados por la fuerza de su fe, los carmelitas descalzos construyeron el convento, la huerta y el templo, auténtico complejo religioso al que se llegaba precisamente por el camino del Carmen, hoy calle de Ángel Riesco. El Padre Albano ha localizado viejos escritos y legajos donde se afirma que el camino estaba «debajo de la calle Nueva», además de encontrar la ubicación de algunas casas y huertas que salpicaban estos parajes a comienzos del siglo XVII. Algunos recuerdos La desamortización de 1835 y la posterior exclaustración que se produjo en el año 1837, acabaron prácticamente con tan vetusto e histórico convento. No obstante, aún perviven en el callejero de La Bañeza algunas referencias al casi olvidado cenobio, como son las denominaciones paseo de los Frailes y la propia calle del Convento. Es más, aún se conoce a esta zona de la ciudad como barrio del Carmen o barrio del Convento, aunque el antiguo término de camino del Carmen, según les hemos dicho, desapareció en agosto de 1965 para dar paso a esta calle que homenaje a don Ángel Riesco. Como preámbulo para la información que completaremos en las siguientes entregas, diremos que Ángel Riesco nació el día 9 de julio de 1902 en el pueblecito zamorano de Bercianos de Vidriales. A partir del mes de septiembre de 1914 seguiría la carrera sacerdotal en la Universidad Pontificia de Comillas, donde destacó por su inteligencia y laboriosidad, doctorándose en Filosofía y Sagrada Teología. Durante el curso de 1926 terminó en forma brillante sus estudios, siendo ordenado en Astorga por el obispo de la diócesis el día 25 de julio de aquel mismo año.