Diario de León

| Reportaje | Alixa, libre del mal |

Doña Cuaresma salvó a la villa

El Gran Jurru y sus secuaces cayeron ante la superioridad de las huestes del Birria Mayor después de librar una terrible batalla

Tras el asedio, los malvados jurrus dan fuego a la localidad

Tras el asedio, los malvados jurrus dan fuego a la localidad

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M. Almanza - alija
León

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?lixa sobrevivió ayer de nuevo al temible ataque de los jurrus, bestias reencarnadas que regresaron a la villa de la Vía de la Plata para someterla a cruel martirio hasta la conquista. Sólo la providencial intervención de Doña Cuaresma y la habilidad del Birria Mayor y sus compañeros en la defensa del bien libraron a Alixa de perecer presa de las llamas. Las cigüeñas revoloteaban temerosas sobre la plaza Mayor de la localidad cuando el Gran Jurru abandonó su choza tribal y asustó al vecindario con sus alaridos y sus amenazantes tenazas. El maligno prendió las hogueras de antruejo y convocó a sus huestes, que continuaron atemorizando al vecindario. Una vez contempló el festival de violencia que protagonizaron los jurrus, la corregidora, cuerno en mano, dio la voz de alarma a los vecinos ante el peligro en el que había caído Alixa. El cortejo, que se organizó rápidamente, recogió el estandarte de Fernán Pérez Ponce, señor de la villa, que estaba preparado para partir camino de Córdoba a luchar en defensa de los cristianos, e imploró el auxilio de Doña Cuaresma, que esperaba en la torre de la iglesia de San Verísimo. La benefactora de Alixa aceptó el reto de defender la villa y llamó en su auxilio a los arrepentidos birrias, no sin antes abrir las puertas del castillo para cobijar a los horrorizados vecinos. Doña Cuaresma esparció las cenizas ahuyentadoras de los malos espíritus, y el Birria Mayor dio la orden de caza y captura del Gran Jurru. Cuando los seres demoníacos se enteraron de que la villa vendería cara su piel montaron en cólera, y la recorrieron prendiendo fuego y destrozando cuanto encontraron a su paso. El humo, los tambores de guerra y la encarnizada lucha del bien contra el mal convirtieron Alixa en una escalofriante sombra de lo que fue. Sin embargo, el gran combate del jurru y el birria se saldó con la victoria de éste último y el prendimiento de todas las bestias. El Gran Jurru terminó ardiendo en la hoguera dispuesta en el poblado tribal, y sus secuaces fueron encerrados en las mazmorras del castillo. Alixa se salvó de nuevo de la sangrienta invasión y celebró su victoria con una cena de antruejo, baile, hogueras y artificios.

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