Diario de León

| Reportaje | La vieja Cofradía de la Vera Cruz |

Riqueza documental sin explorar

Libros de actas y legajos esperan en un armario a que alguien estudie su contenido y aporte datos a la historia de una hermandad que, al parecer, nació en la Edad Media

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Alberto Domingo - la bañeza
León

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Es como una selva virgen. Muy pocos se han atrevido a internarse en su interior, aunque eso no significa que existan estudios. Los hay, pero el montón de legajos que conserva la Cofradía de la Vera Cruz no ha sido investigado en su totalidad, aunque sí fueron objeto de una tesina, según cuenta el juez presidente de la hermandad, José Luis Martín. De la jungla de los documentos de otros tiempos se ha deducido que en el siglo XIV, a principios de la segunda mitad, ya existía el hospital que la cofradía regentaba, más con fines caritativos que con objeto de la práctica de la medicina. Se dice en un documento del 28 de julio de 1659, a propósito de unos impuestos, que el hospital lleva trescientos años en funcionamiento y se podría suponer que la cofradía existía ya entonces para esa fecha y que el establecimiento podría ser una obra de ésta. Pero la hipótesis no se ha podido verificar documentalmente y podría ser que, en este caso, el huevo hubiera sido anterior a la gallina. Se cree que la Vera Cruz nació en el medievo y, por tanto, que, al menos, es la más antigua de las cofradías de La Bañeza, pese a su parón de mediados del siglo XX y a que lo pasara realmente mal con las desamortizaciones del siglo XIX, que casi dieron al traste con ella. Así que, tras una larga historia, posee «el archivo más completo de una cofradía bañezana, según Conrado Blanco -cronista oficial de la ciudad-», según Martín Rubín, su actual juez, que añade que «el padre Albano también escudriñó en los legajos y decía que el Cristo que abre todas las procesiones es del siglo XIV y que, antiguamente, se llevaba a los entierros, ya que una representación del cabildo acude a las exequias de los hermanos y, a los ocho días de su fallecimiento, se les dice un funeral. Las cosas han cambiado, pero con ese crucificado se acudía a todos los entierros y hoy abre todas las procesiones de la cofradía» y es de reseñar que el Bendito Cristo de los Entierros, como llama él a la talla con el familiar respeto que le concede el cargo de juez, pesa lo suyo. Lo de ir a los entierros de los cofrades se estipula en la santa regla de la cofradía, pero, pese a la riqueza documental de la Vera Cruz bañezana, no se conserva un original, sino una copia o un extracto de ella, aprobada por la sede episcopal el 22 de noviembre de 1722, en el que se señala el contenido de sus veinticinco capítulos. Se ha tratado ya sobre las estrecheces que supuso para la Vera Cruz el siglo XIX. Hoy también necesita dinero incluso para lo más fundamental, pero, en otros tiempos, fue una hermandad que poseyó dinero y bienes en abundancia, como se recoge en los documentos que se conservan de otras épocas. Los inventarios son largos y lleva rato leerlos y Martín Rubín asegura, con la razón que le da el poder contrastar estos datos que «se testaba en favor de la cofradía. Se le dejaban casas y rentas y se le solicitaban créditos. Con este dinero y posesiones, se mantenía el hospital, obra de caridad para el sostenimiento de los pobres, y, lo que no se gastaron entonces se lo ventiló Mendizábal con la desamortización». Un gran patrimonio Pese al tortuoso siglo XIX, en el que los cambios de gobierno de la nación llegaron a ser más frecuentes, sobre la mitad de la centuria, que los del ejecutivo municipal de La Bañeza durante la pasada legislatura, y a que en el siglo pasado se produjo la desaparición de la hermandad, la cofradía sigue teniendo un patrimonio importante. Conserva un edificio, cedido a las Misioneras de la Caridad -«si no, sería imposible mantenerlo», dice Martín Rubín- en lo que fue su antiguo hospital, el que ha llegado de 1633 a esta parte, después de que gracias a la herencia del famoso Juan de Mansilla, se unieran los tres hospitales que existían en la ciudad en uno: el de la Vera Cruz, el de Santa Catalina y el de los clérigos de la Piedad, que se fundieron en el crisol de la primera. Aparte del terreno y el edificio, en el que se espera volver a levantar una capilla, como existió en su día, siempre que se consiga el dinero necesario «se reparten por La Bañeza un buen número de piezas: algunas fueron a parar a la iglesia de Santa María y siguen allí, como es el caso de una antigua custodia, cálices copones, los dos ángeles que coronan el retablo del altar mayor...», enumera el juez-presidente. La cofradía conserva también algunas tallas de lo que fue el altar de su iglesia, demolida en 1955, después de que se hundiera el tejado. Se recuperó el emblema de la cofradía, una parte de un descendimiento, una imagen de la huida a Egipto de la sagrada familia y alguna que otra pieza más. Pero al margen de lo que tuvo y de estos retales que se heredan tras la vuelta a las actividades, en 1999, la riqueza de la Vera Cruz reside en la selva documental que guarda. A la cofradía no le importaría en absoluto prestar su archivo a un investigador, entre otras razones porque su labor podría suponer la informatización de éste y el acceso a los documentos sin temor a dañarlos, sabiendo que los originales se conservan de la manera debida. El problema es que «en un año podría no haberse completado el estudio, según me han dicho», señala el juez. Éste no puede terminar la conversación sobre el archivo de la Vera Cruz sin indicar que este año se ha recuperado a la Verónica -imagen del XII, muy estropeada por la carcoma, ha sido restaurada y saldrá en la procesión de hermandad en la que participan las tres cofradías bañezanas y la leonesa de Jesús Divino Obrero- y se espera que la Virgen de la Esperanza, para la que se ha encargado un nuevo manto, tenga un trono nuevo para el año que viene. Mientras, anoche, los cabildos de las tres cofradías y un buen puñado de bañezanos asistieron al pregón en la iglesia de Santa María a cargo del rector del seminario de Astorga, Manuel Sierra López, que, al cierre de esta edición no había terminado.

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