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| Reportaje | San Esteban de Nogales celebra a san Jorge |

Un desfile de baile y color para la virgen y el patrón

Un sol radiante acompañó a una procesión conocida por atravesar el Eria por un puente que construyen todos los años los vecinos del pueblo

Cuatro danzantes de la Virgen ejecutan uno de los pasos del paloteo

Publicado por
Alberto Domingo - la bañeza
León

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San Esteban de Nogales vivió ayer el día grande de sus fiestas patronales -declaradas de interés turístico provincial-, en honor a san Jorge, con la procesión del busto del santo y su reliquia y la Virgen del rosario, hasta la ermita del protector del pueblo, ya en el monte, después de cruzar el Eria. El desfile atrajo a un buen número de vecinos del lugar y de gentes de la comarca, que no quisieron perderse la fiesta en un día en el que el sol dio un brillo especial a la ceremonia religiosa y folclórica, para la que el Ayuntamiento busca la declaración de fiesta de interés turístico de Castilla y León. Poco antes de la una de la tarde las gentes llegaban a la plaza del pueblo y los ocho danzantes de la Virgen -mayor es ya el número de danzantas -, el birria -mayordomo que pone orden en el cortejo con ironía-, los dulzaineros y el tamboril se disponían en la puerta lateral de la parroquia para recibir a las imágenes y a las autoridades, con su danza -ejecutada en este lance de manera que no den nunca la espalda a los saludados- y sus venias. El pueblo se unió al cortejo, en el que cuatro vecinos portaban a San Jorge y otras tantas mozas de la Virgen llevaban la figura de la advocación mariana, flanqueda por delante y por detrás por los danzantes, que realizaron un pasacalles, con el paloteo y las castañuelas. Detrás, el alcalde de San Esteban y los regidores de los municipios vecinos -Castrocalbón, Castrocontrigo, Santa Elena de Jamuz y Quintana del Marco-. El vistoso pendón El pendón del pueblo, cuyo mozo es Carlos Alonso, se unió a la comitiva cuando ésta salía del casco urbano, unos metros antes del paso del río. El aire consiguió que el baile de éste resultara lucido, al desplegarse el paño por completo, y también que portarlo se convirtiera en una tarea ardua y difícil, en especial al cruzar el improvisado puente sobre el Eria, hasta el punto de que la vara pudo dar en el suelo al llegar a la otra orilla y de que de hecho se cayó ya en la ermita. El puente sobre el Eria, fabricado con troncos, piedras y tierra y con una alfombrado vegetal obligó al grupo de romeros a estirarse, dada la estrechez del paso, cuyas fotografías son la imagen que más se conoce de esta procesión fuera de la comarca. Al llegar a la otra orilla, el Cristo de la Ermita recibió al cortejo, con el que intercambió saludos, y unirse al peregrinar, ahora en cuesta. Comenzaban a sonar los cohetes y el la campana del pequeño templo, casi metido en la misma tierra y lleno de lámparas votivas. Sin embargo, antes de entrar en la ermita, la procesión dio las preceptivas vueltas a su alrededor y, terminadas +éstas, se introdujeron las imágenes -al san Jorge se le puso un hucha delante para los donativos de los devotos-, para pasar a la ofrenda floral y la misa. A las seis y media de la tarde se realizó el mismo recorrido, pero esta vez en sentido inverso. Hoy por la tarde continúan los actos.