Diario de León

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En defensa de Las Salas de Alión

Un pueblo que, bajo la advocación de la virgen de Roblo, ha buceado en la historia para descubrir de dónde procede este término y hasta cuándo existió esta localidad

La iglesia de Las Salas a la que acuden los montañeses a celebrar el 15 de agosto la virgen de Roblo

La iglesia de Las Salas a la que acuden los montañeses a celebrar el 15 de agosto la virgen de Roblo

Publicado por
Enrique Alonso Pérez - león
León

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No todos los leoneses distinguen convenientemente los tres pueblos que en la provincia tienen el nombre de Salas, aunque el de este apunte lleva también el determinante «las», que le da un rasgo diferencial con las otras dos: las Salas de los Barrios y Salas de la Ribera. No obstante, hemos querido añadir el topónimo de procedencia bautizado como De Alión para vincularlo con el concejo al que estuvo adscrito con los pueblos de Huelde, Salamón, Valbuena de Roblo, Ciguera y Lois. Todos ellos agrupados en lo que se llamaba Tierra de Alión, allá por los albores de la Repoblación, en la Alta Edad Media, y aglutinados más tarde, en la época de Isabel II, en el naciente municipio de Salamón, hasta que todos ellos terminaron, en marzo de 1974, integrándose en el de Crémenes. Dentro de la extensa y tupida red de castillos, que durante los primeros tiempos de la Repoblación, defendieron el avance cristiano por las montañas leonesas, como fueron también el de Luna, Alba, Arbolio, Puebla de Lillo, Vegacervera... El afluente llamado Alto Esla también contó con una buena dotación defensiva. Los castillos de Portilla de la Reina, Monteagudo, Aquilare, Boca de Huérgano, Siero..., hasta llegar al que hoy comentamos, el castillo de Alión, cuyo emplazamiento se supone en el término de Las Salas, en algún lugar estratégico, que controlase los caminos de acceso al Porma, a Horcadas y Carande, a Crémenes y Corniero... Pudiera ser, según apunta el historiador leonés, Matías Díez Alonso, en su documentadísimo libro Castillos de León , que su asentamiento fuese muy cercano al Collado Concejero, lugar en que se celebraban los Concejos Abiertos, camino de Salamón. En cuanto a la vocación y patronazgo de la virgen de Roblo, sabemos documentalmente, y así nos lo dejó escrito el ilustre hijo de la zona, don Salvador Alonso, que el pueblo de Roblo con su término correspondiente, existía ya en el año 1189. Esto aparece pues en una escritura del antiguo monasterio de Benevívere -a orillas del río Carrión- aparece una donación efectuada por la condesa doña Urraca, al citado monasterio, en la que hemos podido leer el siguiente texto: La condesa Urraca «Yo, condesa doña Urraca González, esposa del conde Froila, con beneplácito y consentimiento de dicho mi marido, dono a Dios, por medio de la Orden de Benevívere, la tercera parte del monasterio de San Martín de Pereda, y del valle de Argovejo, y en Alión la iglesia con su monasterio, y sus heredades en Roblo, Valbuena, Ciguera, Lois, Riaño, Corniero...». Y así hasta contabilizar treinta pueblos de los cuales muchos han desaparecido en los ocho siglos transcurridos desde aquella fecha. Pues bien, hasta el siglo XVII se registraron en la catedral de León documentos relacionados con el curato y parroquia de Roblo, hasta que desaparecen todos los vestigios de su pervivencia y tan sólo queda como referente la iglesia de traza humilde, pero entrañable, que alberga en su viejo y carcomido retablo a la Virgen de la Encarnación. Esta virgen es la titular de la parroquia, y patrona, por extensión, de la llamada por los vecinos como Tierra de Roblo. Como suele ocurrir en las mil y una apariciones que protagonizaban los alucinados pastores agobiados por sus prolongadas soledades montaraces, tampoco nuestra Virgen de Roblo se ha escapado a la fácil leyenda que atribuye su descubrimiento a un pastor, en el hueco de un grueso roble: Roblón. A pesar de que su imagen fue trasladada al pueblo de Las Salas, y más tarde al de Valbuena de Roblo, la perseverante virgencita volvía a su viejo roblo protector, hasta que las buenas gentes del Concejo entendieron el mensaje divino de habilitar una ermita para ella. Como estas milagrerías suelen calar muy pronto en la entraña sencilla del pueblo llano, rápidamente pasan a estar en «primera página» para desvirtuar los hechos históricos, que son relegados a un segundo plano porque por supuesto no «venden» suficiente morbo. De todas maneras, por encima de todas estas consideraciones está la tradición creada por las gentes y el ardor con que han defendido siempre el legado de sus mayores, todo ello encajado en el contexto de una fe sin condiciones. Memoria de la iglesia Como hemos reflejado anteriormente, la antigua ermita, conservada sobre la vieja estructura de la iglesia de Roblo, que fue arruinándose por las heridas que le deparó del tiempo y la endeble nobleza de sus materiales, hasta que en el año 1935 alarmados los vecinos y clérigos de los pueblos consorciados: Las Salas, Valbuena de Roblo y Salamón, decidieron solicitar del obispado de León la construcción de una nueva ermita. La solicitud contenía, además, la autorización del traslado a la otra margen del río Dueñas, puesto que de esta manera se podría acceder con más comodidad al no tener que mantener puente alguno. Parece que el obispado no fue muy diligente en la concesión solicitada, pues hasta el año 1939 no se obtuvo la licencia oportuna, sobre todo en lo referente al traslado de solar. Creemos que esta tardanza pudiese estar justificada por la coincidencia de estas fechas con la Guerra Civil, pues esta circunstancia paralizó y condicionó muchas de las obras que se proyectaron durante este período. El caso es, que después de una larga serie de adversidades, tanto económicas como administrativas. Otras características precisamente de los vecinos de estos lugares son la garra y el tesón que distingue a los montañeses cuando «tocan a Concejo», disiparon todas las dificultades y terminaron la magnífica ermita que hoy es orgullo de los tres pueblos que mantienen hasta hoy viva y despierta la fe de todos sus antepasados. Así el día 11 de agosto de 1957, se inauguraba con gran solemnidad, siendo bendecida por el ilustre paisano de la zona, el obispo de Cuenca, don Inocencio Rodríguez. Desde entonces, cada quince de septiembre, la virgen de Roblo recibe en romería a cuantos montañeses quieren tributarle su devoción, especialmente a los tres pueblos mancomunados en torno a ella.

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