Diario de León

| Reportaje | Tradiciones muy vivas |

El último paseo de soltera

La novia centró la atención de la boda maragata, que recreó la antigua liturgia del matrimonio y la representación del nuevo papel que la mujer asumió en la sociedad

El desfile de los roscones acabó con la degustación de 300 por los «invitados»

El desfile de los roscones acabó con la degustación de 300 por los «invitados»

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Maite Almanza - astorga
León

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Los invitados a la boda maragata bailaban en la plaza Mayor de Astorga cuando escucharon el lanzamiento de los cohetes que marcaba el inicio del ritual. El cortejo nupcial partió para recoger a los padrinos, que salieron por una puerta enramada al toque de campanas. Música de castañuelas, flauta y tamboril acompañó a la comitiva, que buscó al novio y a su padre para dirigirse en busca de la contrayente. El padre del futuro esposo llamó tres veces a la puerta de la joven y anunció: «Vengo a cumplir la palabra empeñada». Al rato, salió la novia acompañada de su madre. El cortejo femenino le cantó coplas, a las que se sumarían otras similares de camino a la iglesia, pidiendo a su familia que la entregase a quien iba a ser su marido. La muchacha se arrodilló sobre una alfombra para recibir la bendición materna antes de escuchar nuevos cantos que recordaban que ésa sería su última salida como soltera de la casa paterna. Las comitivas masculina y femenina, compuestas por los novios, sus padres, los padrinos y los maragatos, se encaminaron a la capilla de San Esteban, donde fueron recibidos por un sacerdote. En ausencia de la ceremonia religiosa, fue sustituido el blanco pañuelo de soltera de la contrayente por uno de casada, en tonos granates, en un acto íntimo en el interior de la capilla. Los nuevos esposos abandonaron ésta cogidos de la mano para dirigirse con sus invitados a la plaza Mayor. Después se sucedieron la carrera del bollo, en la que se disputaban 50 euros y un puro, y que deparó sólo una caída; el baile de la rosca; o la bendición del trigo como símbolo de fecundidad. El desfile de los ramos y el de los roscones dieron paso al reparto popular de 200 hogazas, 300 roscones y cuatro roscas, regado todo ello con 400 litros de vino. Un monumental cocido maragato y los bailes de la tarde cerraron el casamiento, que reunió a 180 maragatos, y al que acudieron el jefe del servicio de Cultura de la Junta, Enrique Hermida; el presidente de la Diputación, Javier García Prieto; y el de Caja España, Victorino González, junto a autoridades locales. La iniciativa fue organizada por la Cámara de Comercio, El Borrallo, el Ayuntamiento y Caja España.

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