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Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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PERDÓNENME que insista y que vuelva otra vez al tema del oso, pero los últimos sucesos acaecidos por estos lares me obligan a ello. Llevo escribiendo acerca de nuestro animal totémico desde que por estos pagos mandaban los Fernández (don Pedro y doña Nieves), ya que por aquel entonces desde las instituciones más cercanas a nosotros se negaba su existencia en nuestras cercanías. Escribí entonces en este diario (con el cual aún no me unía ningún lazo) suplantando al oso que vivía en la Pena El Ferreiru, en Sosas de Laciana, corría entonces el pasado siglo, allá por noviembre del año 1992 y, aunque la carta abierta iba dirigida al entonces alcalde lacianiego, no recibí respuesta alguna (supongo que el oso tampoco). En la misma, se insistía en la incompatibilidad existente ya, pensemos que han pasado una docena de años; entre el hábitat del oso pardo que se intentaba recuperar con fuertes inversiones y las licencias de ocupación y de explotación que se estaban concediendo desde el mismo organismo (delegación provincial de la Junta), para minería a cielo abierto en nuestros montes. Cualquier persona en sus cabales, no podría menos que poner en tela de juicio que desde organismos oficiales se estén invirtiendo unos cuantos millones de euros, para la conservación de una especie en claro peligro de extinción, como es el oso pardo cantábrico. Creando para ello unas leyes de protección, trayendo dineros de Europa, permitiendo que fundaciones manejen fondos para esa recuperación; mientras por otro lado se está contribuyendo a poner las milyuna trabas para que ese mismo animal consiga comunicarse entre sí, dando lugar a unos latentes problemas de endogamia y que bien podrían estar subsanados a día de hoy. Los tiempos fueron pasando, los gobiernos municipales, provinciales y autonómicos se han ido sucediendo, aunque algunos cargos como el jefe del servicio de Medio ambiente de la Junta en León, José Luis Blanco continúa en su cargo desde los tiempos del ICONA. En aquellos momentos, el asesor técnico de la Dirección de Medio Ambiente de la Junta, Guillermo Palomero, aseguraba que la minería a cielo abierto lacianiega y la recuperación del oso pardo eran incompatibles. Desde entonces, hasta el día de hoy ha llovido mucho y de diversas maneras en el Valle de Laciana. A la MSP llegó como una tromba Victorino Alonso y su manera de hacer caja por la vía rápida. El citado asesor, dejó de opinar en público lo que opinaba en el monte. Los cargos públicos poco o nada hicieron para que el sentido común prevaleciera y, llegamos a mayo del año 2004, del siglo XXI y ocurre lo que probablemente hacía más de 50 años que no ocurría que un oso pardo se pasea por los alrededores de Villablino a sus anchas. ¿Qué puede haber ocurrido para que el plantígrado se atreva a bajar al llano? ¿Lo haría buscando marcha?, pienso que no, ya que era un martes, a altas horas y posiblemente no vería ni un alma por la calle, ni un pub abierto, ni nada... Con toda seguridad se podría afirmar, que encontró más calma y tranquilidad en Villablino, capital de la marcha lacianiega, que en el monte de donde bajó, ya que el ruido de las voladuras, las enormes máquinas, el alumbrado festivo de cualquiera de las explotaciones que funcionan día y noche a nuestro alrededor y de el... Lo que me parece un tanto raro es, que a la vez que se desencamó el oso, se haya desencamado también Guillermo Palomero, una de las personas más autorizadas en el conocimiento del oso pardo, al que se le viene insistiendo, día tras día, del daño que conlleva el ajetreo que sufren nuestros montes, llenos de pistas sinsentido, arrasamientos de bosques autóctonos, cambio de cursos de regueros, y mil incumplimientos más de las normativas sin que el mentado «científico» haya dicho nada.