| Análisis | Fervor y convicción |
Una tradición de seis siglos
La romería que busca el agua para los campos data de tiempos inmemoriales, pero mantiene su capacidad de reunir a veinte mil personas y a unos cuarenta pendones en torno a la patrona
La romería de la Virgen de Castrotierra tiene una antigüedad de, al menos, seiscientos años, según calculó el presidente de turno de los procuradores de la tierra, Paulino Cañas. Tal es la devoción que la patrona de la comarca despierta entre sus fieles que suelen esperarla a su llegada a Astorga unas veinte mil personas. La procesión, que llega a alcanzar los cuatro kilómetros de longitud, se completa con unos cuarenta pendones de varias comarcas que están bajo el influjo del santuario de Castrotierra. Encabeza la comitiva el estandarte de Santa Marina del Rey, por respeto a una costumbre ya perdida por la que antaño el pueblo pagaba una cantidad a la patrona por ese lugar privilegiado. La rogativa suele celebrarse en mayo, por ser éste el mes de la Virgen y el que propicia un mejor aprovechamiento del agua para los campos, apuntó Cañas. La tradición obliga a dos procuradores de la tierra a caminar siempre junto a la talla, que pujan por turnos hombres y mujeres. Éstas últimas tienen esta potestad, reservada en los inicios a los sacerdotes, sólo desde hace quince años, ya que con anterioridad sólo los hombres portaban la imagen. Es tal el fervor de los comarcanos hacia su patrona que muchos aseguran que raro es el año que la rogativa no traiga como consecuencia la ansiada lluvia. La tradición dice también que, en ausencia de ésta, la sola presencia de la imagen mariana depara un año de buenas cosechas. En la historia reciente la Virgen siempre ha sido trasladada en rogativa para pedir la lluvia, excepto en dos ocasiones, en que lo fue para agradecer el final de la guera civil española y para conmemorar un año mariano. Antiguamente, sin embargo, se le atribuían poderes para poner fin a calamidades y epidemias.