El cura que supo ganarse a Huerga
Don Ángel supo mantener viva la llama espiritual del pueblo pese a las dificultades que encontró al ser nombrado párroco, cargo que ejerció durante un cuarto de siglo
La llama del padre Ángel Martínez Abella, párroco de Huerga de Garaballes durante casi 25 años, se extinguió el pasado 15 de mayo, a los 67 años. don Ángel, como todos le conocían en la población ribereña cercana a La Bañeza, formará siempre parte de la intrahistoria de Huerga de Garaballes, parafraseando a Unamuno. Un recuerdo vívido que ha de perpetuar siempre su labor positiva, tanto dentro como fuera del púlpito. Más de dos décadas al frente de la parroquia de San Andrés, desde el último cuatrimestre de 1979, marcan un largo camino, coronado por variados hitos. Su llegada se vio jalonada por una sociedad dividida por la ausencia del anterior párroco, que hubo de ser trasladado por presuntos abusos deshonestos a menores del pueblo. Este hecho, junto con las ansias de dotar a la población de una mayor participación con la Iglesia, influyó notablemente en don Ángel para ganarse al pueblo, especialmente a la juventud. Fue un avivador de conciencias, en espíritus jóvenes, que tuvieron ocasión de percibir la Sacra Institución bimilenaria de otra manera, más personal y directa, sin denostados tabúes. Divertirse era algo más que acudir a discotecas, cafeterías o a los cines que aún existían en La Bañeza. Divertirse implicaba también compartir con el resto de las personas. La prueba visible fue el coro donde algunos aportaron su creatividad como músicos autodidactas. O la plena participación popular en el Belén Viviente o de la Cabalgata de Reyes, en los albores de la década de los 80. Posteriormente, otras poblaciones recogieron el testigo, ante la ausencia de continuidad de un bello proyecto. Atrás quedan también excursiones en bicicleta al monte de Nogarejas. U otras excursiones, para todo el pueblo y el vecino Santa Colomba de la Vega, donde también dejó su impronta y algunas vocaciones, a Galicia o Andalucía. Viajar juntos fue una manera de que los propios vecinos se conocieran mejor y compartiesen momentos únicos. La intrahistoria de un pueblo La memoria positiva también trae el recuerdo de la movilización ciudadana para construir la casa parroquial. La antigua fue derruida, brillando una nueva casa, producto del buen saber hacer, del esfuerzo y del sudor de todos. Momentos y recuerdos que retrotraen también al Bar de Miguelín o al desaparecido de Mari Flor, la Campana. Allí se le podía ver jugándose su café y su copa de Cognac a las cartas, en plena armonía, y carácter también, junto con los parroquianos. El tabaco ya lo había abandonado. Su débil corazón no se lo permitía. La propia intrahistoria de Huerga de Garaballes se vio sacudida, el 15 de noviembre de 1992, por la muerte violenta de Ángel Mari Asensio. Un pueblo, donde casi nunca había sucedido nada luctuoso de tal magnitud, se vio arrastrado a las páginas de periódicos, revistas y televisiones nacionales. Ahí, desde el primer momento, brilló la luz de don Ángel para construir un Fuenteovejuna en torno a la figura de los padres del fallecido, presuntos autores materiales del hecho. Los profundos desórdenes psiquiátricos del fallecido pudieran estar en el origen del fatal desenlace. Empero, sólo los implicados conocerán viva voce la cruda realidad. Atrás queda ya la restauración de la parroquia de San Andrés y su dotación de un sistema cómodo de calefacción para paliar las inclemencias del crudo invierno leonés. Una restauración que implicó un acercamiento también a las joyas que guarda el Retablo Mayor, producto de la escuela de Gaspar Becerra, en la segunda mitad del Siglo XVI. O la joya de la corona, la Verdosina , talla románica de finales del XII. Esta Virgen, la Virgen de Huerga Cavada, fue el leiv motiv para las procesiones anuales que se recuperaron, caminando hacia donde debió de ser descubierta antaño. Recuerdos, en suma, de un hombre que supo amoldarse a los tiempos. A su ordenador y a Internet. Su pasión por el arte, y lo que el pueblo mantiene, le llevó a crear su propia página Web sobre la parroquia, www.terra.es/personal6/parroquiahuerga (en la web www.huerga.tk se ofrece información sobre el pueblo y se ha añadido un amplio reportaje gráfico de la despedida que le tributó el pueblo en el funeral, así como un enlace a la págiona virtual de la parroquia). En el tintero restan tantas cosas... Procesiones a Castrotierra, visitas del Obispo de Astorga, las dos fiestas anuales. Tantos y tantos mínimos detalles que guardarán en su retina quienes fueron testigos. Su despedida, el pasado 17 de Mayo, fue multitudinaria. Monseñor Camilo Lorenzo, y casi un centenar de sacerdotes, acompañaron a don Ángel, desde su parroquia, hacia su pueblo, Castrillo de San Pelayo, donde descansará eternamente junto sus padres. Ahora queda el recuerdo del hombre, del sacerdote vocacional. Y, mientras éste se mantenga, seguirá vivo en los corazones de quienes le compartimos. Unos corazones donde resuena aún el largo y contenido aplauso, mientras el coche fúnebre se alejaba de Huerga de Garaballes hacia su última morada. Esa plaza, plaza de la Iglesia, de la Casa Parroquial, de las Escuelas, del Consultorio, por donde tanto paseó, debiera de llamarse, a partir de ahora, la Plaza de don Ángel, de don Ángel Martínez Abella, porque el eco de sus pasos seguirá resonando durante generaciones.