«Aquí no hay cristales por el medio, eso nos hace únicos»

-¿Cómo empezó a rondarle por la cabeza el construir este museo? -Yo soy cazador, teniendo muy en cuenta que el cazador debe ser ante todo conservador. Pertenezco a todas las asociaciones de conservación nacionales e internacionales. Siempre he sido coleccionista. -¿Dónde tenía todas estas piezas? -Estaban en Madrid que es donde yo vivo. Yo soy médico en Madrid y tenía dos pisos en donde tenía la mayoría de estos animales. Por supuesto, los grandes como jirafas o elefantes lo hemos posteriormente. Pero tenía allí el ochenta por ciento de lo que hay aquí. Yo siempre pensé que algo que a mi me servía de conocer culturas, civilizaciones, darle una forma. Hacer una auténtica escultura de estos animales, todos adultos, y crear un museo de ciencias naturales que es, más o menos lo que hemos hecho. Entonces he ido consiguiendo pieles y animales de parques de diferentes países que no tiene nada que ver con la caza. Casi el setenta por ciento de lo que se expone no tiene nada que ver con la caza. Sin embargo, otra serie de animales que con gobiernos o ministerios de países de África, Asia, esos animales ya viejos que ya no se van reproducir son los que se venden como trofeo de caza y ello repercute en la conservación del resto. -¿Cómo lo llevaron a la práctica? -Esto no es un salón de trofeos, todo lo contrario. Son animales vivos, en escenas. Me he rodeado de buenos pintores, decoradores a nivel de plantas, de buenos taxidermistas y siempre tuve ilusión de crear un museo de este tipo y ese sueño se ha hecho realidad. -¿Por qué se decidió por esta ubicación? -En un principio tuvo varios novios, entre ellos Zamora y Burgos pero al final yo llevo viniendo más de veinte años por aquí. Aunque soy zamorano mi mujer es de aquí y tenemos casa en un pueblecito cercano y esto, claro es paradisiaco. Yo siempre digo que este paisaje no tiene nada que envidiar ni a los Alpes, ni a los Pirineos. Está subdesarrollado porque era minero y ganadero y eso ha ido a menos. Pretendemos y creo que ya lo estamos consiguiendo que sea un revulsivo para la zona. Esto unido a la estación de esquí de San Isidro, la cuevas de Valporquero, el embalse del Porma que se puede utilizar para deportes acuáticos. -¿Qué nuevos proyectos hay para esta instalación? -Pues, precisamente, queremos traer as la gente en barco por el embalse del Porma hasta el museo. Hemos creado un núcleo zoológico que en estos días vamos a inaugurar con distintos animales en un recorrido de seis o siete kilómetros. Quisimos desde el principio darle un punto de vista didáctico y cultural. Por eso nos ha apoyado el rector de la Universidad de León. -¿Qué animales son los más curiosos por su dificultad de encontrarlos? -Hay un montón de animales que es imposible ni ver en cautividad, ni en parques. Por ejemplo, los grandes carneros asiáticos que viven a más de 5.000 metros de altura, leopardos de las nieves. Llama mucho la atención la fauna del Ártico: los osos, las focas, los lobos árticos... Y los grandes animales africanos que hemos conseguido ambientarlos muy bien. Porque la verdad es que ni en un reportaje, ni en un safari fotográfico se ve el tamaño real de los seis metros de una jirafa o los seis mil kilos de un elefante. También hay muchas aves de cada país, pequeños reptiles... -¿Cómo ha conseguido esos animales? -Pues algunos por medio de amigos y con contacto con universidades, zoos, grandes parques naturales. Digamos que los animales que se sacrifican para estudio o mueren de muerte natural nos ceden las pieles. Es tener los contactos adecuados para lograrlos. Ahora mismo Doñana colabora con nosotros. -¿Qué siente ahora al ver las caras de los visitantes? -Pues mucha satisfacción. Una de las peculiaridades de este museo es que no hay cristales por el medio. Eso es único en este tipo de instalaciones en el mundo.