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El valle, la fragua y el bosque

Desde Ponferrada, la ruta de hoy se interna en los enmarañados Montes de León para descubrir ferrerías centenarias y pueblos olvidados por el tiempo

Palacios de Compludo, pueblo del Bierzo que oficialmente no cuenta con habitantes que lo pueblen

Publicado por
Emilio Gancedo - león
León

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Si ayer deteníamos nuestro camino en la aldea de Riego de Ambrós, aupada en las alturas que separan la comarca del Bierzo de la de Maragatos, y enclavada en medio del histórico itinerario del Camino de Santiago, hoy avanzaremos unos pasos más para adentrarnos en la misma médula de los valles cercanos: esos valles tallados por tempestuosos ríos y arroyos y tapizados hasta su cumbre de brezo, álamo, roble y castañal, que atesoran en sus fondos de ribera, en sus laderas y en sus oquedades, arcaicas y bellas joyas de antepasadas arquitectura e industria. En ningún lugar mejor que en estas vallinas de Compludo y Valdueza puede uno hacerse mejor idea de la forma de vida que llevaban nuestros paisanos ancestros, qué paisaje divisaban, qué horizontes enmarcaban el teatro de sus vidas; en ningún lugar mejor que en éste se pueden respirar aún los ambientes oscuros y a la vez luminosos -lo rural junto a lo eclesial-, que fueron seña de identidad de antiguos países medievales como nuestro reino de León. Sitio para perderse, para asombrarse y para respirar, las umbrías que nos esperan conforman un territorio para la imaginación por el que parece no haber pasado demasiado el tiempo. La naturaleza, como antaño, sigue mandando, y los hombres se acomodan a sus leyes con humildad. Desde la ciudad de Ponferrada, centro indiscutible desde el que acometer las excursiones que estamos proponiendo durante todos estos días, pasamos por Molinaseca y Riego desandando la Ruta Jacobea en dirección al enigmático Foncebadón y su monte Irago. Antes está el pueblo de El Acebo, extraordinario balcón montañés desde el que divisar ambas vertientes de los Montes de León e interesante aldea, paradigmática de la arquitectura de losa y piedra que vamos a encontrarnos con asiduidad por todos estos caminos sombreados de sebe y árbol. Un poco antes de pisar su caserío está indicado el desvío a Compludo; bien en bicicleta o en coche, lo que nos espera es un fuerte descenso desde la altiplanicie del mirador hasta las profundidades del valle. La carretera comarcal serpentea, describiendo grandes curvas e introduciéndose cada vez más en las boscosas gargantas hasta que llegamos al pueblo de Compludo. En él nos espera una magnífica panorámica de toda la zona; su iglesia parroquial, que data del siglo XVI y que conserva vestigios visigóticos del monasterio que en este lugar fundara San Fructuoso en el siglo VII; y sobre todo, la célebre herrería o ferrería . Ésta, declarada monumento nacional desde 1968 y perfectamente restaurada, constituye un excelente ejemplo de los esfuerzos seculares del hombre de esta tierra por emplear y combinar la piedra, la madera, el agua y el fuego para elaborar los útiles de los que tenía necesidad en el labrantío o en la guerra. De origen medieval e incluso anterior, la herrería conserva un espectacular salto de agua, un gran mazo movido por su correspondiente rueda hidráulica y la fragua en la que durante tantos años saltaron las falispas de los fierros que luego se convertirían en sachos , machaos , foces , gadaños , martiellos y muchas otras cabezas de herramientas. Y rodeando todo el recinto (hay que recordar que cierra los lunes), siempre la alameda, el zarzal, el prado y el monte indómito, y también las sinuosas carreteras que nos llevarán de nuevo a pueblos que no debemos dejar de visitar: Carracedo, Palacios y Espinoso; alguno de ellos prácticamente deshabitado, pura losa, piedra y corredor de madera, paisaje recóndito y antiguo al que no estamos acostumbrados y que sin duda nos dejará sin palabras. El regreso puede hacerse por Salas y Lombillo, tierra de los Barrios, antesala de la urbe ponferradina, una vez hecha la promesa de regresar, pues aún son muchos los secretos que quedan por desvelar en los montes nublados que rodean la capital berciana.

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