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Hitos jacobeos en la ruta leonesa

La provincia conserva varios hospitales que, durante siglos, prestaron sus servicios a la atención de los peregrinos en su andadura hacia la ciudad compostelana

Las murallas de Astorga, paso obligado de peregrinos, hace años

Las murallas de Astorga, paso obligado de peregrinos, hace años

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Enrique Alonso Pérez - león
León

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La salida obligada de la ciudad de León, una vez cumplidas las visitas a la iglesia de Santa María del Mercado, la Catedral y San Isidoro, era por el puente de San Marcos, en cuyas inmediaciones se había establecido, ya en el siglo XII, una hospedería para los denominados pauperes christi , más tarde unida al conjunto erigido por los Caballeros de Santiago de la Espada con el nombre de Monasterio de San Marcos. Su misión fundamental, desde su estado de monjes-soldados, era la de vigilancia y policía del Camino, infestado por partidas de bandidos que perturbaban el pacífico recorrido propuesto por los romeros. Diecisiete kilómetros después, en Villadangos del Páramo, el peregrino podía reparar sus fuerzas en el hospital que todavía se recuerda en la localidad cuando te señalan su ubicación en un solar de la calle Real, aunque previamente habría pasado ya por el de San Miguel del Camino. Más adelante, en San Martín del Camino, aparecía de nuevo la reconfortante presencia de otro sanatorio al servicio del peregrinaje andariego, y antes de llegar a Astorga, el hospital que dio nombre al pueblo que más tarde haría famoso el noble leonés, Suero de Quiñones, con su controvertido Passo honroso por Puente del Órbigo. Astorga, que llegó a fundar la increíble cantidad de veintidós centros hospitalarios, era la segunda ciudad en el cómputo de estos establecimientos benéficos, superada por Burgos. Con tanta abundancia hospitalaria, han podido llegar hasta nuestros días un par de muestras de aquellos edificios. Una de ellas corresponde al hospital de Las Cinco Llagas, cuyos restos podían verse aún después del incendio sufrido hace unos años. La otra se hace patente en el hospital de San Juan, que forma ángulo con la fachada principal, a los pies de la catedral y en el que se asegura que estuvo convaleciente San Francisco de Asís en su peregrinación a Santiago. El puerto de Foncebadón Una vez enfocado el peregrino por el camino que desde Astorga cruza La Somoza para subir a los altos de Foncebadón, ya encontraba en el pueblecito de Vadeviejas un nuevo hospital que se conocía con el nombre de su fundadora, Sancha Pérez, y pocos kilómetros después, en Santa Catalina de Somoza, otro sanatorio aliviaba al caminante con el sonoro nombre de Gran Hospital. El simpático pueblo de El Ganso, recibía al peregrino en un centro sanitario cuya fundación se remontaba al año 1142, anejo a un monasterio que regentaba la Orden Premostratense, hoy prácticamente extinguida, pues solamente quedan dos casa en España: la de Toro y la de Villoria de Órbigo. En Rabanal del Camino, pueblo que se precia de haber hospedado al rey Felipe II en la casa de las Cuatro Esquinas, se encontraba también un hospital a la entrada de la localidad. Ascenso al monte Irago A partir de este enclave, los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago iniciaban el ascenso hacia el monte Irago, a través del paso del Puerto de Foncebadón, en cuya localidad existió hace años un albergue, un hospital y una iglesia, fundados por el ermitaño Gaucelmo con el único objeto de atender a los peregrinos. Gozó esta institución de los favores reales, desde el siglo XI con Alfonso VI, favores que duraron ocho siglos consecutivos, hasta el reinado de Carlos IV, y desaparecieron a consecuencia de las secuelas de la invasión francesa. Después El Bierzo, esa tierra que se distinguió por su entrega a los valores espirituales, defendidos por ilustres varones que dieron brillo a esta región privilegiada. Manjarín, hoy abandonado, tuvo su hospital, que encontraba la réplica poco después en Acebo, donde todavía se conserva una hermosa talla románica de Santiago peregrino. Más abajo, en Riego de Ambrós, otro hospital, que desde el siglo XII complementaba al que en Molinaseca, abría sus puertas al final de la calle Real junto a la plaza que se distingue por el florido crucero portador de una pequeña capilla dedicada al Santo Cristo. Siete kilómetros después, Ponferrada, que nació al calor del Camino Francés y al amparo del obispo Osmundo, tuvo uno de los hospitales más carismáticos de la Ruta: el hospital de la Reina, fundado por Isabel I la Católica en el año 1498. Columbrianos, Camponaraya, Villafranca, con sus cinco hospitales, Pereje, el Hospital Inglés entre otros remataban esta auténtica concentración hospitalaria a lo largo de la geografía leonesa. En este Xacobeo 2004 que estamos viviendo, la distancia que nos separa de los tiempos fundacionales hace que la diferencia entre los planteamientos sanitarios sea muy acusada, pues la responsabilidad descansa de manera global en las instituciones y las Consejerías de Sanidad, Medio Ambiente y Cultura y Turismo, de la Junta de Castilla y León, en perfecta coordinación, mantienen el control de la Ruta a través de una serie de centros de salud y la numerosa alberguería debidamente reciclada para la perfecta atención de los protagonistas del Camino: los peregrinos jacobeos.

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