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El Obispado también ha mostrado su desacuerdo con la pieza, que rompe el equilibrio del paisaje

Una escultura en La Virgen del Puente provoca las quejas vecinales

Las autoridades competentes hacen oídos sordos a la falta de agua y a la suciedad de la zona

Publicado por
Acacio Díaz - corresponsal | sahagúna. d. | corresponsal sahagún
León

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El descontento de los vecinos de Sahagún por la reciente instalación de una escultura en la campa de la Virgen del Puente ha quedado patente estos últimos días. Los lugareños califican de despropósito y falta de respeto hacia el patrimonio cultural de toda una vida la escultura instalada en las inmediaciones de la ermita. Desde su colocación, han sido numerosas las muestras de descontento que reclaman el retiro inmediato de la misma. Los vecinos aseguran que la escultura además de no adaptarse al entorno, les ha dejado «sin el servicio de mesas y bancos que la campa ofrecía a cuantos se acercaban aquí en busca de descanso y tranquilidad». Denuncian, además, que para la colocación de la obra, se ha procedido a cortar varios árboles de las inmediaciones. Las autoridades competentes han manifestado que se procedió a la tala de estos por tratarse de «árboles enfermos», pero los vecinos no comparten esta misma opinión y denuncian que durante el mes de mayo se plantaron árboles en la zona que no han tenido más cuidado que el riego que algunas personas que acudían a misa los domingos les han prestado. Además, se quejan de que el pozo de agua provisto en la campa para regar y facilitar el agua a los peregrinos a su paso permanece fuera de servicio, obligando a los vecinos a acudir a al río en busca de agua para poder regar los árboles. También alegan que la instalación de la pieza les ha desprovisto de los bancos, mesas y el espacio para el descanso del que antes disfrutaban. En la actualidad, la campa presenta un abandono total. Los bancos y las mesas han sido recubiertas por unos hierros que dicen «son todo un arte». «No dudamos que lo sea pero lo que demandamos es que se retiren porque esta colocación nos está privando de un área de descanso de la que antes sí podíamos disfrutar», aseguran los locales. El hecho de que los contenedores de basura colocados a pleno sol en la zona no se vacíen durante semanas, agrava aún más el malestar de los lugareños. A las quejas de los vecinos, Sergio, el autor, que procede de Tenerife, de la obra, comenta que «quien quiera sentarse y no esté cómodo sobre los hierros, que coloque una toalla». Hace unos meses, los responsables de la instalación se comprometieron a dotar la pradera de cuatro mesas y bancos. Sin embargo, no se han cumplido las promesas y habitantes de Sahagún piden explicaciones. Desde el obispado también se ha dejado claro el desacierto de esta instalación. Algunos de los peregrinos han mostrado su descontento y su perplejo ante una escultura que parece «un bunker de guerra». «Lo mejor sería retirarlo a otro espacio y despejar la pradera como estaba antes», dice uno de ellos. Una pradera que se había convertido en lugar de encuentro y tranquilidad para muchas personas y que hoy la suciedad, la falta de agua y de servicios han convertido en un espacio sobre el que se vierten múltiples quejas y descontentos. La comparan con un «bunker» de guerra La eterna contraposición entre lo moderno y lo clásico ha encontrado un punto para el enfrentamiento y el debate en la colocación de la obra de arte en hierro de Sergio Molina, en la campa de la Virgen del Puente. Los peregrinos que caminan hacia Compostela y los habitantes que se acercan a visitar dicha campa se sienten ofendidos ante la falta de respeto al medio ambiente y la ruptura de la armonía del lugar que antes invitaba al descanso y reposo. La problemática obra en un principio estaba destinada a una colocación temporal y provisional, pero ahora se ha determinado su estancia definitiva, lo que ha provocado la indignación de quienes la observan diariamente o tan sólo de paso. Quienes critican la obra no pretenden restar valor artístico a la misma, aunque en ocasiones se han referido a ella como «un montón de chatarra». Dicen, además, que son unos promontorios en medio de una superficie solaz y de tránsito para peregrinos. El artista Sergio Molina pretendía la transformación del paisaje de aspecto clásico que ofrecía la campa y para ello instaló un conjunto de planchas de hierro de aire modernista que no terminan de calar en la opinión y el gusto de los viandantes. Todos los que se han manifestado en contra de este nuevo paisaje piden encarecidamente que se retire, afirman que el tiempo que se le concede a una obra de arte para su aceptación y lucimiento ya ha tocado su fin. Consideran que su desaparición sería beneficiosa para todos, en primer lugar para el entorno y el paisaje, ya que actualmente consideran que da un aspecto disonante.