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Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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«A MI MADRE, de cuyos labios aprendí los primeros sonidos babianos». Así, de esta manera comienza Guzmán Álvarez, su tesis doctoral «El habla de Babia y Laciana», fuente en la que bebimos, bebemos y beberemos todos los que amamos esta lengua vernácula, el patsuezu. Hoy, en esta columna, desde la que vemos a Babia y a Laciana en la cercana lejanía, no queremos dejar pasar la ocasión de rendirle un recuerdo y de hacernos eco de la desaparición del Catedrático de la Universidad de Utrech. Aunque en diferentes espacios se ha recogido la noticia, pensamos que todo es poco para la grandeza de su personalidad y para agradecer ese amor que siempre tuvo hacia Babia. El pasado 14 de agosto en Bilthoven (Holanda), a la edad de 94 años, nos dejaba aquel hombre que vivió siempre a caballo entre la Babia de sus amores, a la que regresaba siempre que podía y de la que tuvo que marcharse, por aquélla triste noche que tuvo España entera en tinieblas durante cuarenta años, y su amada Holanda, en la que pudo desarrollar su sabiduría y su docencia. Aquí nos dejó, la antes citada El Habla de Babia y Laciana y sus Estampas de Babia, amén de una extensa obra acerca de la picaresca española y sobre la literatura del siglo X, la mayoría de la cual se encuentra agotada desde muchos años atrás y bueno sería que desde alguna institución leonesa, se estudiara su reedición. Su tesis doctoral es la Biblia de todos aquellos que de alguna manera nos acercamos al pastsuezu, su reedición de 1985 continúa viva y, bueno sería, que aquellos que dudan de que por estos pagos existiera otra forma de entenderse que el castellano, lo echasen un vistazo. Estampas de Babia, es un libro de relatos breves, reeditado en 1981 por el propio autor, que nos acerca a unas formas de vida que, los que rondamos el medio siglo, aún reconocemos. En estos relatos, de una manera amena, nos narra vivencias propias, así como para ser contadas en una calecho o filandón de los de entonces. Guzmán Álvarez se murió, después de una larga y fructífera vida entregada a su cátedra y a su Babia del alma, pero falta que este país patzuezu le dé el homenaje que se merecía en vida y ya no podrá llevarse a cabo. Bien ha estado, lo ofrecido en La Tintorería el pasado fin de semana, pero no es suficiente. Con la desaparición del Profesor Guzmán Álvarez, y el largo silencio de Eva González, todos aquellos que amamos esta lengua materna estamos un poco tristes. Es hora ya de que desde estos ayuntamientos (Cabrillanes, Villablino, Palacios del Sil) comiencen a preocuparse de volver la vista atrás y traten de recuperar esto que aún no se ha perdido del todo. No estaría mal que comenzasen tratando de recuperar la obra del recién fallecido. Si están hablando de formar un gobierno de consenso, capaz de regir los destinos de los lacianiegos y, comenzar de esta manera a intentar la salvación de la nave a la deriva que es el Valle de Laciana, bien podrían comenzar formando un estamento que cuide de todo aquello que huela a cultura, y no olvidemos que estos Valles tienen un pasado cultural enorme. De poco valen los carteles, trípticos, y mil folletos que intentan vende un Valle de Laciana inexistente, hay que comenzar la casa por los cimientos. Para comenzar, no estaría de más que en esas semanas culturales que antes se hacían, desde la concejalía de cultura, se empezara dando el merecido homenaje al recién desaparecido profesor Guzmán Alvarez, pero de manera oficial, no desde una entidad privada a título particular ¿será verdad?