La última década ha visto renacer la industria de los viñedos
El florecimiento del viñedo de Gordoncillo a lo largo de los últimos años estalló en 1994, cuando una concentración parcelaria de 2.000 hectáreas agrupó los pequeños viñedos diseminados hasta la fecha por todo el término municipal. Los viticultores decidieron lanzarse de cabeza a un proceso de desarrollo del viñedo con precedentes en la zona un buen puñado de décadas atrás. De ahí las expectativas de éxito de todos sus participantes, 101 propietarios de fincas que llegaron a reunir 305 hectáreas en 1995 y que ahora conforman algo más de 200. Sin embargo, y pese a los buenos resultados de las primeras cosechas, el proceso se fraguó lentamente por ejemplo utilizando instalaciones alquiladas en la campaña inicial del año 2000. Fue entonces cuando se adquirió la primera máquina de vendimiar que supuso toda una revolución. Hoy se puede hablar de Gordonzello como una empresa consolidada y exitosa. El otro gran pilar de Gordoncillo es Bodegas Villacezán, empresa familiar cuya tradición se remonta a mediados del siglo XIX. Su renacer llegó también en la década de los 90 cuando tres de los hijos del patriarca decidieron tomar las riendas de la compañía y continuar con la tradición viticultora filtrando nuevas tecnologías con lo tradicional de sus instalaciones, bodegas excavadas en el subsuelo como las de antes y 60 hectáreas de viñedo propio.