Diario de León

Una saga dedicada a la virgen

Julia Tovar cuida desde hace décadas la iglesia del Puente, siguiendo la tradición de sus bisabuelos. Esta mujer se ha convertido en una etnógrafa que recupera cancioneros y folclore

Julia Tovar alisa el vestido de la Virgen del Puente

Julia Tovar alisa el vestido de la Virgen del Puente

Publicado por
Acacio Díaz - corresponsal | sahagún
León

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«Mis bisabuelos ya trillaban y limpiaban esta pradera que bordea la ermita y mi abuela y mi tía, que nacieron aquí, fueron conocidas como Manuela y María las de la virgen». Así recuerda dos pasajes de su infancia Julia Tovar, la actual guardesa de la iglesia del Puente, que está dedicando su vida a preservar el culto a su «virgencita», como la llama, siguiendo una larga tradición familiar. Julia Tovar se emociona cuando habla de un pasado al que dice sentirse muy ligada. El viejo convento que limpia, muestra y vigila, posee una gran riqueza mudéjar. Su cabecera poligonal aún conserva unos arcos decorados bajo los que se encuentra la patrona, la Virgen del Puente. Esta ermita de mediados del siglo XIII, a orillas del Valderaduey, al que la reina mora Zayda acudía a refrescar sus piés, conserva todo el esplendor y belleza de un entorno cargado de historia y hospitalidad. Julia es conocida en Sahagún como Paca, por un olvido en su apadrinamiento en la pila bautismal. Se ha convertido en una incansable recopiladora de la etnografía de la zona. Acumula cancioneros, vestidos, leyendas y curiosidades. Según explica, el lugar donde se erige ahora la ermita tuvo unas enormes proporciones en épocas remotas. Llegó a contar con varios hospitales donde se prestaba servicio a los peregrinos y necesitados de hospitalidad y atención curativa. «Este lugar tenía unas dimensiones enormes -indica-, yo recuerdo como la abuela nos comentaba que cuando mi bisabuelo, León Vallejo, junto a su esposa, Manuela Aguiloche, asentaron su domicilio en torno a la ermita había numerosas ruinas y fincas de grandes dimensiones». Su abuelo llegaba en el mes de marzo y no regresaba a Sahagún centro hasta bien avanzado el otoño, para trillar la miés recolectada fruto del trabajo del campo. Después de un tránsito familiar en que la ermita fue atendida por una familia que Julia desconoce por la falta de documentos acreditativos, volvieron a hacerse cargo de lo relacionado con la iglesia sus tías Caya y Sofía. «Desde que ellas fallecieron hasta el día de hoy ya no volvimos a perder el contacto con cuanto acontece entre estas paredes», reconoce. Caya y Sofia iniciaron las obra de acondicionamiento de la ermita ante el deterioro y abandono que presentaba en su conjunto. Corría el año 1977, «y entonces ya las acompañaba yo en todo lo relacionado con la iglesia y el culto», recuerda. Tres arcos escondidos Comenzaron a colocar el suelo y a picar, y para su sorpresa aparecieron tres arcos que dejaban a la luz que la ermita en sí era de unas dimensiones reducidas en su origen. Las sucesivas ampliaciones fueron, al parecer, ejecutadas antes de que sus antepasados pudieran verlas. Paca asegura sentirse feliz de poder atender a su virgencita como a ella la gusta. «La quiero con locura, la quiero porque en ella se refleja todo el pasado familiar y porque en ella veo el pasado de mis antecesores a través de generaciones». Hoy, Julia Tovar ha acudido hasta la ermita, donde guarda unas flores que coloca a la Virgen del Puente. Se encarga de reponer periódicamente esos adornos y de atender a los peregrinos que llegan con el cansancio en su rostro. Les ofrece un vaso de agua que lleva hasta el lugar, ya que los caminantes, con frecuencia, le demandan este líquido para refrescarse y continuar camino hasta la villa, a dos kilómetros. La ermita necesita una restauración a fondo y urgente que permita el poder continuar mirándonos en el espejo de siglos de historia y de hospitalidad de una familia.

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