El puente de la discordia

La Asociación Cultural Puente de Carrizo ha recogido ya 1.560 firmas entre los vecinos de Carrizo de la Ribera, que residan en la localidad y tengan derecho a voto, para demostrar que gran parte de la población está en contra de que se mueva el puente de hierro y se construya la variante que rodee la población. Esta localidad del Órbigo tiene a sus vecinos divididos en dos bandos. Por un lado, los que afirman tajantemente: «Puente sí, variante sí», como un joven de 25 años, David Melón. Por otro lado, está una de las comerciantes de Carrizo, Maribel Castellanos, propietaria de la Ferreteria Castellanos: «Variante no, porque nos perjudica a todos». La empresaria alegó casos como el de Mansilla u Osorno «que se quedaron aislados». En la otra cara de la situación se encuentran los propietarios de otros comercios que aseguran que no perderán la clientela que tienen de otros pueblos vecinos ya que «el que quiera venir, vendrá igual». Así lo apuntaron los propietarios de El Zamorano, Ángel Amores, quien aseguró que además, con la variante, la carretera pasará a ser calle y se podrá aparcar, lo que aumentará el número de clientes. Algunos vecinos de más edad, como Julián Salas, de 74 años, y Paulino Fernández, de 78, que apuestan claramente por la variante: «Esta posibilidad se tenía que haber previsto hace diez años, cuando se hizo la parcelación», para ahora tener libertad para crear la nueva vía. Pero los hay que también se oponen. Dolores Arias, labradora y de 62 años, asegura que la construcción de la variante «dejará el pueblo muerto y las fincas que cruce quedarán inservibles por el polvo de los coches». En el medio se encuentran otros vecinos con un único deseo. «Me gustaría seguir viendo el puente, independientemente de su ubicación», como apuntó Raquel García, propietaria de una peluquería. Otros apuestan por una solución rápida: «Que hagan lo que tengan que hacer, ¡pero que lo hagan ya!», aseguró Carlos López, de Aluminios Carlos.