Diario de León
Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Anda Nolete desnortado. Lo encontré anteayer a la hora del vino, que antes se decía vermú. Andaba matando el tiempo, mientras la Rosario mataba la cartilla de Caja España. Como sabes, cuando nos reunimos -menos de lo que queremos- en torno a un vaso de tinto destilamos; ingerimos y destilamos pareceres, sentencias, meditaciones en voz alta, propuestas y sofismas, que Nolete salió filósofo peripatético. Es, querido, un deporte que practicamos, sano, que a nadie perjudica sino a nosotros mismos por la ingesta, y por las decepciones no posibles, sino ciertas pero... Andaba Nolete buscando la cuadratura del círculo que creyó encontrar aquel cacabelense de la época de Rosso de Luna y el eclipse de principios del siglo XX, y me encontró a mí. Cosa no difícil en llegando el mediodia; ya ves. Meditaba el jodío sobre el problema de las esperas hospitalarias y la necesidad de un hospital en Astorga o sus aledaños, de lo que te escribiré en breve; me dijo tenían que extirparle un espolón o no sé qué leches de un pie; cosa de la edad, pienso yo. Diez meses de espera en total, siempre que la cosa se arregle; sospecho que cuando lo llamen aquello será el zancajo de un gallo como el que cantó a san Pedro. Pero de esto y las reivindicaciones sanitarias de Astorga tiempo habrá, que no creas te vas a ir de rositas sin saber cómo andan las cosas por esta banda. Que lo de la nevada pasada, que fue un no sí, no querer, puso las cosas y el dedo en la llaga, Y en esas, cuando dábamos cuenta de la tercera ronda, Nolete, que salta de un lado para otro como las ranas bañezanas, me habló de lo de las inspecciones laborales; de cómo en la Junta, educados que son, ahora avisan que van a soltar a una jauría de inspectores para detectar las muchas irregularidades que saben se cometen en las contrataciones; mejor dicho en las no contrataciones. Con lo cual, como hubo aviso todo cristo está al loro y cuando los inspectores llegan se presume se cumple la regla. Pero la excepción a la misma la presencié ayer, hermano; por casualidad me tocó, sin estar invitado -a lo que algunos dirían poca delicadeza del inspector- presencié una de esas inspecciones, hecha sin previo aviso. Y claro, las contradicciones entre lo declarado por la empleada de la cafetería y las realizadas por la propietaria, o encargada de la misma, disentían un montón. Al inspector se le hacía el bolígrafo un lío al anotar la hora de entrada y de salida que confesaba la empleada, comparando con las que confesaba la supuesta jefa -¿se dice así?-. No coincidían en nada, fui testigo mudo y obligado por la proximidad, a pesar de mi sordera, de las respectivas declaraciones. Nolete, cuando se lo conté, me dijo que de eso y más estaba al cabo de la calle. En la cuarta estación de nuestro camino vinícola, Nolete seguía desnortado; añádele, hermano, que también se mostraba indignado, cabreado diría yo, por esa propuesta de la Junta de, café para todos los médicos; todos a cobrar la exclusividad, la cumplas, o no. Lo cual según éste, que sabes es pareja de hecho de la Rosario y a esta situación no le hace tantos ascos, lo de los médicos va a ser un tiberio de padre y muy señor mío. Yo le dije que más y peor imposible pero si él lo dice puede suceder, que donde Nolete pone la mente caga la golondrina. Desnortado me dijo que andaba, pues está esperando una subvención, un capital tú, de 200 euros, de la Dipu, que no acaba de llegar. Y se cabrea cuando ve el derroche que se preña en San Isidro, o lo que puede ser San Glorio; pero peor ve lo del presunto aparcamiento de Santa Nonia o lo del baloncesto. García Prieto cayó, o se dejó caer en la trampa.

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