Diario de León

Val de San Lorenzo | Sólo siete talleres han sobrevivido a la decadencia de la fabricación artesanal de mantas

La falta de jóvenes hace peligrar la continuidad de la industria textil

La relación de la localidad con la industrial textil ya aparece datada en la Baja Edad Media

En la actualidad sólo quedan siete talleres en el Val de San Lorenzo

En la actualidad sólo quedan siete talleres en el Val de San Lorenzo

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e.p. | val de san lorenzo
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La localidad de Val de San Lorenzo famosa por su producción de mantas, alfombras y otros artículos de lana pura vive uno de sus momentos «cruciales» debido a la falta de personas jóvenes que se hagan cargo de unos talleres artesanales centenarios y tradicionalmente dedicados a tejer lana. La dedicación de Val de San Lorenzo a tejer la lana aparece datada, por primera vez, en la Baja Edad Media, cuando ya se trabajaba en el tejido de paños que se usaban en los trajes regionales aunque muy posteriormente, en 1856, hubo una transformación muy grande ya que se dejó de emplear el traje regional y se comenzó a usar la ropa de vestir más habitual. En ese momento, en el que peligraba la industria de paños de la zona, apareció José Cordero, un maragato que se trasladó a trabajar a Palencia para aprender el oficio de la fabricación de mantas y que pudo protagonizar el primer caso de espionaje industrial al valerse de uno de sus hijos para conocer la forma de trabajo de la fábrica y luego, tres años después, darlo a conocer en Val de San Lorenzo. Gran núcleo textil Así, se transformaron los telares pañeros, que eran más bien estrechos, en telares de mantas, más grandes, y gracias a los conocimientos que transmitió Cordero todos los habitantes de Val que se dedicaban a la pañería comenzaron a hacer mantas y comenzó la nueva historia de Val de San Lorenzo. La situación que se vive ahora en Val de San Lorenzo, que ha pasado de ser un importante núcleo textil a mantener no más de siete talleres en funcionamiento, es »más que para echarse a llorar, para suicidarse», según uno de los artesanos de la localidad, Laurentino del Cabo, que mantiene el oficio de hilar y tejer mantas, ponchos, jerseys, calcetines, bufandas o chales. «Dos señores de la Generalitat me dijeron hace unos años que si ellos tuvieran un pueblo como este en Cataluña lo pondrían en el pico de la torre porque hay historia y saber», explicó del Cabo, quien ha pasado toda su vida entre telares y quien destaca que, aunque los artesanos del pueblo no tienen técnica, sí poseen conocimiento y «un saber» que saben adaptar a todas las circunstancias. Para Laurentino, el conocimiento que ellos poseen ni se valora ni se aprende en ningún sitio, por lo que considera que la actividad se va a perder, «dentro de 15 años será muy tarde». «Mi generación somos de los pocos que quedamos y cuando yo tenga 65 años y esté jubilado me tocaré las narices y lo que yo sé no está escrito en ningún sitio ni lo pienso escribir», apuntó. El proceso que lleva a cabo Laurentino y el resto de los artesanos de Val de San Lorenzo comienza con la compra de la lana en la época de la esquila y continua con separación de las zonas buenas de las más deteriorada. Posteriormente se lava, la que es para teñir se tiñe en rama y se seca, se hace en verano por las buenas temperaturas, para pasar luego al proceso del pelado, los tres cardados, el hilado, el torcido, urdido, tejido, anudado, lavado y perchado. Al contrario de lo que muchos podrían pensar, el aumento de la venta de productos de lana de Val de San Lorenzo en invierno no responde a la realidad ya que, según Laurentino, no se vende más ya que la artesanía antes se consideraba como algo de uso y en la actualidad se ha convertido en una actividad de creación de objetos decorativos.

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