Compuesto y sin bastón
Las águedas de la parroquia de Santa María arrebataron ayer al alcalde entre coplas y guiños pícaros la vara de mando en una jornada festiva que ensalzó el papel de la mujer
La cofradía de las Águedas de la parroquia de Santa María logró ayer un clamoroso éxito en su tarea anual de exigir al alcalde, José Miguel Palazuelo, la vara de mando que acredita el poder femenino durante un día. La jornada comenzó con bailes en la plaza Mayor a la llegada de la comitiva, que pronto ocupó el salón de plenos a la espera de que se perpetrase el robo travestido de educada petición. El regidor, que abrió la puerta de la casa consistorial a las osadas féminas, se tomó después unos minutos antes de comparecer ante ellas, quién sabe si con la vana esperanza de que las águedas cambiaran de opinión y dejasen en sus manos la vara de mando de la que ya hace unos días le privasen otras envalentonadas mujeres. Sin embargo, rendido ante la evidencia, Palazuelo se presentó ante las que iban a ser alcaldesas por un día, que pronto empezaron a entonar sus coplillas: «Vengo dispuesta a todo, no estoy cansada, serrana. Con traje regional, vengo arreglada, morena. El señor alcalde me espera. El bastón de mando nos dará. Hoy las mujeres mandan en nuestro pueblo, serrana. En casa ya ordenamos con el plumero, morena». Y siguieron cantando con dulces voces y voluntad de hierro, hasta que Palazuelo confesó que, sin remedio, les entregaría el bastón, no fuera a ser que se lo quitaran por la fuerza y midiesen con él sus costillas. Pero antes, por si acaso, explicó aquello de que la mujer va alcanzando mayores cotas de poder en la sociedad actual, que, según destacó, sabe combinar a la perfección con la atención doméstica. Sin duda el regidor debió de pensar que hombre precavido vale por dos. Las águedas, educadas, le respondieron: «Todas le damos las gracias al alcalde Palazuelo. Devolveremos el mando cuando se oscurezca el cielo. Que las mujeres mandamos y lo hacemos con alegría. Ya nos marchamos contentas, y adios con el corazón. Que te aproveche este día, que no hay oposición». El simpático acto, al que deben resignarse desde tiempos inmemoriales todos los alcaldes que en La Bañeza han sido, incluyó el relevo de cargos en la cofradía: el águeda mayor 2004 Josefina Zapatero cedió su banda a su sucesora, Mireya Martínez, y lo mismo hicieron sus damas de honor Adela Palacios y Angelines Rodríguez en favor de las entrantes, Oliva Santos y Victorina Benavides. Además, el águeda de honor 2004 Marina Pollán entregó su banda y su cetro a la del 2005, la profesora de Historia Sonia María García. Ésta, que recibió la medalla de santa Águeda como símbolo de la cofradía, tuvo un recuerdo para las mujeres que, aún en la actualidad, fallecen por diversos tipos de maltrato en todo el mundo. Las águedas abandonaron el ayuntamiento camino de la iglesia de Santa María en la que celebraron una misa en honor a su patrona, que dio paso a los tradicionales bailes en la plaza y a una comida preparada para un centenar de asistentes. Tras la sobremesa, las cofrades retomaron las jotas e iniciaron el reparto de pastas como broche final a una jornada jocosa y reivindicativa.