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Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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BUENO querido; esto se ha acabado; no se quién se ha llevado las carnes-tolendas, y vamos a entrar en un periodo de reflexión. Por supuesto que no hará falta te pongas ceniza en la cabeza, te vistas con ropa de saco y hagas penitencia. Hoy todo se perdona y si no fíjate en los políticos; cuanto mayor sea la tropelía que comete, mejor puesto y mejor sueldo. Y además, lo miman los rivales, por si se escapa algo de utilidad. Eso sí es transgredir y no el antruejo, que ya casi nadie le llama así; nos quedan reminiscencias en Alija, en Velilla, en Llamas y para de contar; peligro veo en que se vayan a declarar de interés no se qué; como dice Nolete, la jodimos tía Manuela. Decimos, escribimos, que el antruejo es saltarse las normas, transgresión, cambio, crítica ácida si es preciso. Antruejo, hermano era lo que hacían La Curina y Lucila, descaro, libertad, mordacidad; antruejo era aquella curribanda que daba a los chavales, más a las chavalas, Antón Panero con aquel enorme falo de tripa. El antruejo, organizado y subvencionado, ha pasado a ser carnaval dirigido, con desfile por las calles señalizadas, conexiones por radio para ordenar la parada, y con final donde diga el concejal de Tráfico. El carnaval es grupo, comparsa, redil en definitiva; el antruejo es inventiva, soledad y la mayor multitud de dos; el toro disparado por una bocacalle, el guirrio dispuesto a hurgar en los mediobajos de las mozas, la cernada en el caldero y la androlla en el palo. Eso es el antruejo. Carnestolendas, hermano. Lo malo es que algunos, esta palabreja la estamos practicando desde tiempo, por aquello que tú sabes; que la santa lleva a rajatabla las indicaciones médicas y la carne condenada; a pescado cocido, con un chorrin de aceite y tres gotas de limón y vas que ardes zanguán; con el agravante que el pescado tiene espinas y has de estar escogollando con el consiguiente peligro. Otros creyendo que antruejo es todo el año así lo practican; según las circunstancias, o los lugares, cambian la careta con el fin de complacer, según a quien y cómo. Menos mal que eso del referendo de Europa se lo han tomado todos con cierta tranquilidad; me han dicho que estos días andará por aquí Villalba para predicarnos a los astorganos las bondades de esa unión que esperemos no sea fusión de plomos. Si escuchas a los políticos todo son ventajas; si escuchas a Nolete cambia el panorama. Dice él, Nolete, que sí, que nos han hecho autovías y trenes rápidos y no sé cuantas cosas más, pero nos han puteado con la leche, el trigo, la remolacha, el maíz. Dice que vendrá a escuchar a Villalba en la biblioteca, y si puede a hacerle alguna preguntilla. Por ejemplo: qué hay del peaje en la autovía León-Astorga; qué es eso de andar tocando los cataplines con la intención de una nueva autovía hacia Gijón; qué hay de esos desvanecidos embalses del Duerna y del Eria que llevan un siglo durmiendo en los anaqueles del ministerio. Y a ver qué hay de lo nuestro, del ferrocarril del Oeste, que andan por ahí diciendo que se abrirá a tramos, que a lo mejor es conveniente hacerlo así; pero por estos andurriales tenemos la mosca tras de la oreja. Tendrá que recordarle a Villalba que Astorga fue cabecera de línea, que cuenta con la estación más amplia de todo el trayecto, aunque desmantelada, que desconfiamos de esa apertura cuando estos días están entregando a Valderrey el edificio de su estación; que las promesas, al menos alguna, hay que cumplirlas. Y que el guiño de Zapatero a los leoneses en su discurso contra Ibarreche, le ha caído bien a la UPL. Ahora quieren lo otro. A conservarse.