Diario de León

Curiosidades de otras épocas

Las vitrinas y el tablón de anuncios de este organismo muestran algunos documentos cuya lectura resulta amena y sorprendente si no se considera la época en que fueron escritos

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Alberto Domingo - la bañeza
León

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Archivo Histórico Municipal... La seriedad y el silencio parecen llenar carpetas, planos y estanterías, como en ocasiones lo hace el polvo en las bibliotecas. Y así, en el primer piso de la biblioteca Juan de Ferreras, ha transcurrido el primer año de vida de esta institución bañezana. Aún no se ha terminado de catalogar toda la documentación municipal, que llega hasta el año 2000. Unas trescientas cajas con unas cincuenta carpetas de expedientes ya han sido clasificadas, pero queda otro tanto y en el archivo sólo trabaja una persona. Pero una vida entre pliegos administrativos puede ser más interesante de lo que, en un principio, parece o, al menos, contar con alguna compensación, como le ha sucedido a la documentalista de la institución, Elisa Chamorro. Entre tocho y tocho de papelotes, la trabajadora se ha encontrado algún documento curioso. No pasarán a engrosar las listas de los grandes descubrimientos archivísticos, pero, sin ninguna duda, aportan una pincelada sobre lo que fueron otros tiempos y, su lectura causan, cuando menos, asombro. El anecdotario del archivo se expone en las dependencias que ocupa, en dos vitrinas, en el caso de documentos originales, mientras que las fotocopias se muestran en un tablón de anuncios. Así, en un folleto editado por el Subcomité de Defensa Pasiva Antiaérea de La Bañeza, se ofrecen indicaciones de qué debe hacerse en caso de bombardeo aéreo. Se trata de recomendaciones a la población durante la Guerra Civil. De antes del conflicto, aunque ya se conocía su existencia, se muestra un bando de Toribio González Prieto, regidor de la ciudad, en el que dicta una serie de «prevenciones», destinadas a mantener «el buen orden y la moralidad en el próximo carnaval». De poco servirían hoy las normas de este alcalde de 1932, entre las que se encuentran las prohibiciones de utilizar «uniformes o insignias civiles, militares o eclesiásticas» y de «circular por la calle con la careta puesta, los que vayan vestidos de máscara». Hay también un certificado, de septiembre de 1936, en el que se asegura que un maestro «no ha tomado parte en los sucesos revolucionarios, no en el ejercicio de su cargo mostró ideario perturbador en las conciencias infantiles, así en el aspecto patriótico como en moral». Poseerlo y firmado, también por el alcalde, no era una broma dos meses después de iniciada la contienda. Armas y una boda Ya en la posguerra y también referido a los presidentes del Ayuntamiento de La Bañeza, se exhibe el original del permiso de armas de Agustín Hoyos González. Con fecha de 1942, se le autoriza a utilizar su armamento en el ejercicio de su cargo. Del mismo año, se encuentra una relación de efectos y enseres de la biblioteca pública, que firma el secretario de la corporación: un crucifijo, un «retrato del caudillo», un escudo de la ciudad, un buró, una mesa para doce lectores, un armario con capacidad para 1.300 volúmenes, un sofá y 120 libros de distintas materias académicas «todo nuevo y en buen uso». El 10 de marzo de 1950, el gobernador civil de León, transmite al alcalde de la ciudad «el ruego y en lo menester la orden de prohibición» de su excelencia el jefe del Estado de que «con motivo de la próxima boda de su hija Carmencita, le hagan obsequios con cargo a los fondos municipales o provinciales». También se encuentra la solicitud, con fecha del 14 de marzo de 1952, de que la biblioteca adquiera la obra Mi lucha , de Adolf Hitler, firmada por cinco vecinos. Se expone algún que otro papel más, todos en esta línea: se puede ver desde la solicitud de una prórroga para que el poeta Antonio Colinas pudiera seguir sus estudios antes de incorporarse al servicio militar, hasta un boletín informativo municipal de 1956, porque el archivo tiene horario de atención al público: de lunes a viernes, entre las 9.00 y las 13.00 horas. Consultas Hasta el momento, la mayor parte de las consultas las realizan los funcionarios municipales, que reclaman documentación de no hace tanto tiempo. Algunos han solicitado relaciones de personas que ingresaron en la prisión del partido judicial, otros han pedido planos de mediados del siglo pasado y uno de los visitantes más asiduos de la instalación es el cronista oficial de la ciudad, Conrado Blanco. Los libros donados por particulares se han clasificado ya y, según Elisa Chamorro, aún hay que meterse entre los documentos que se salvaron de la desaparecida Exportadora de La Bañeza. El Archivo Histórico no sólo pretende la conservación de documentos, sino también el que esta información sirva a los investigadores, lo que no es óbice para que, de vez en cuando, aparezca un documento curioso e incluso divertido.

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