| Crónica | Lo que hay en el río |
Esterilidad y deformidades
Van transcurriendo los años y cada temporada suele ser mucho peor que la anterior, lo que demuestra claramente que algo falla de manera estrepitosa con las repoblaciones
Las truchas han cometido el pecado original (al igual que los salmones) de haber nacido ágiles y luchadoras, y de haberse convertido en un manjar exquisito para paladares que se consideran delicados. Me estoy refiriendo a las salvajes, las autóctonas, las no contaminadas por la polución de los ríos, ni por las producidas en piscifactorías. Es decir: las que aún dicen que existen en recónditos lugares de montañas no holladas y que no han tenido nunca un síntoma de degeneración ambiental, como casi ocurría todavía en la primera mitad del siglo XX, recién fenecido, cuando en todos los cursos de agua de nuestras montañas se podía beber sin desintegrarte. Y éste es un pecado que en los albores de este siglo XXI no se puede consentir, pues es obligatorio rendir tributo a un progreso mal entendido, dejándose influenciar por un exacerbado control de números, pero con un notorio descontrol de agentes destructivos o exterminadores, yendo siempre por detrás de los grandes desastres ecológicos, y acudiendo con un cargamento de parches Sor Virginia , queriendo curar sin conseguirlo lo que hubiera sido necesario prevenir a tiempo. Cuando todos nuestros objetivos van encaminados a conseguir un beneficio económico en el menor plazo de tiempo posible no se puede uno parar a considerar el efecto perjudicial que nuestras precipitadas actuaciones ejerzan, y se pasa de largo por encima de tratamientos minuciosos que sean resultado de estudios científicos, de consideraciones éticas o morales con respecto al porvenir de las especies, etcétera, no se puede pretender que la especie así tratada se mantenga en unos límites de conservación equilibrados. No poniendo un enérgico freno a las extracciones masivas, con medios de vigilancia adecuados; no previendo las situaciones catastróficas de la contaminación excesiva de las aguas o las provenientes de infecciones no endémicas, como la saprolegniosis o la afanomicosis del cangrejo, donde las repoblaciones equivocadas y las manipulaciones sin garantía exterminaron o diezmaron las poblaciones de truchas y cangrejos; no estudiando el efecto de depredadores exógenos como el lucio, el blak-bass, la perca sol y el cangrejo rojo americano; no obligando a depurar exhaustiva y obsesivamente todas las aguas que sean objeto de contaminación, nunca de conseguirá no sólo mantener, sino ni aminorar el declive que nos está abocando a la exterminación de todos los seres vivos de nuestras aguas. Las piscifactorías como esperanza La creación de piscifactorías pareció arrojar un rayo de esperanza sobre muchos de los aspectos negativos en que estaba inmersa nuestra fauna fluvial pero, en esto como en todo, cuando el único objetivo es el económico, bien sea produciendo masivamente truchas arco iris para el consumo comercial o criando truchas fario para la repoblación artificial de los ríos ya desertizados, manteniendo así un deporte que genera anualmente ingentes beneficios, la precipitación hizo que los resultados no fueran los esperados, sobre todo en las dedicadas a las truchas de río, ocasionando mortandades no previstas, por manipulación o tratamientos no adecuados, con resultados en principio casi negativos. Sucesivamente hemos visto desfilar ante nuestros ojos ejemplares de truchas que no se parecían en absoluto a las autóctonas, bien fuera por el color blanquecino o rojizo, por los saltos que hacían al ser enganchadas, por el morro chato y los dientes casi romos, etc., que iban desapareciendo de una temporada a la otra sin dejar rastro. Mientras tanto, las fario iban replegándose a sus cuarteles de origen más ancestral, disminuyendo en sus frezaderos, a pesar de haber tenido pocos años antes las mayores eclosiones demográficas jamás conocidas dentro de toda la geografía fluvial y lacustre (pantanos sobre todo) de estas latitudes. Cuando comenzaron las repoblaciones y se construyó la piscifactoría de Vegas del Condado fuimos muchos los que pensamos en un resurgimiento de esta especie, teniendo en cuenta que se efectuasen con ejemplares de la misma línea, por lo que imaginábamos un aumento de truchas en los frezaderos y un gran desove con la correspondiente eclosión, lo que mantendría (con ligeras inyecciones) la población en unos niveles muy aceptables. A pesar de que ya teníamos buenas muestras de la esterilidad de las truchas arco iris, lo achacábamos a que eran tratadas para poder engordarlas y comercializarlas con rapidez. No suponíamos, puesto que nunca tuvimos información oficial y publicada al respecto, que la esterilidad afectase a las piscifactorías de truchas fario o sus cruces, por lo que nos las prometíamos muy felices, a pesar de todos los elementos contaminantes que ejercían su influencia, cada vez mayor, sobre todo el hábitat fluvial. Van transcurriendo los años y cada temporada suele ser peor que la anterior, lo que nos demuestra que algo falla estrepitosamente con las repoblaciones, y que además, cada día se pescan mas ejemplares con deformaciones. Por ejemplo, yo he tenido en mis manos truchas con una chepa enorme, como si hubiera crecido sólamente su cuerpo y no su cabeza; otras dos con todo el cuerpo obeso y bien desarrollado, y con una cola o aleta caudal demasiado pequeña para tal cuerpo, muy delgada desde la aleta anal hacia atrás; otras con parásitos intestinales abundantes, etcétera. Y no hablemos de las llagas rojas de las bogas. Recuerdo haber visto recientemente un reportaje televisivo donde se daba información pública exhaustiva de todos los problemas e inconvenientes que ocasionan las piscifactorías de salmones en Noruega y en Nueva Inglaterra, haciendo especial mención a las enfermedades que desarrollan al ser alimentados artificialmente y al estar masificados, así como de la influencia del piojo de mar que les produce la mortandad después de los desoves. Otro punto negro es el de los salmones transgénicos, que se desarrollan con exageración. Sólo recordar que ya existe una larga lista de enfermedades achacables o agravadas por la masificación en las piscifactorías, entre las que se incluyen deformidades sin cuento. Se tenía el propósito de esterilizar a todos los de criadero, para que no tuvieran influencia sobre las poblaciones salvajes, que están descendiendo peligrosamente. No es que sea un retrato de lo que ocurre con las truchas, pero sí debe de tener muchos puntos de coincidencia. Sería muy conveniente (yo diría que obligatorio) que se informase de la situación actual de los criaderos y sobre la mortandad, esterilidad y deformaciones en los ejemplares de repoblación, así como de experimentos «felices» de incremento en los frezaderos naturales.