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Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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AUNQUE SUENE A TÍTULO de una película (que lo es), las carreteras que nos toca sufrir por estos valles perdidos son, no solamente secundarias, sino terciarias, por no decir tercermundistas. Aún así, sufriendo los cien mil parcheos temporales que sufren para adecuarlas un poco, tras los duros inviernos de nieves, lluvias y heladas, siempre hemos aguantando estoicamente el continuo chapuceo que, ora la Junta, ora la Diputación, antaño el MOP, realizan, generalmente durante la primavera. Así podemos ver, que en carreteras recién entregadas a la administración por parte de las empresas que las han realizado, lejos de pasar un mínimo control de calidad, en algunos casos se encuentran en peores condiciones que con anterioridad. Pese a todo seguimos aguantando estoicamente, como si nuestra sensibilidad ante lo adverso nos hiciera inmunes a todo lo que nos rodea. Sabido es, que vivimos en el país de la chapuza, que indiferente a que gobiernen los unos o que gobiernen los otros, la mayor parte de las obras de infraestructuras que se llevan a cabo, vengan los fondos de donde ventan, parecen estar pensadas no por ingenieros, sino por charlatanes de feria que nos embaucan, día tras día, y como decía anteriormente, algunas de las obras finalizadas y pagadas por parte de la administración a las empresas concesionarias, lejos de haber mejorado, han empeorado visiblemente. Ejemplos claros tenemos en la carretera León-Caboalles por Omaña, que en cuanto llegaron a terrenos adversos han dejado los trazados tal y como estaban: la Ponferrada-La Espina que, cuando o que sería adecuado al siglo que vivimos, una carretera de doble carril, con un trazado distinto al que tiene, por la zona umbría y conflictiva de siempre, a nada que nieve o hiele, se continúa con el mismo trazado y realizando unos acondicionamientos futiles totalmente. Eso sí, hasta Toreno, que no contempla mayor adversidad, hacen lo que debería ser la totalidad del trazado. Pero no contentos con todo esto, ahora que desde todos los ámbitos se reclama una conexión desde la salida de la autopista León-Campomanes, de doble carril hasta Villablino, lejos de amoldarse a las necesidades del hoy, van a realizar una nueva chapuza, que servirá como solución pasajera para cuatro días. Pero además con la dificultad de cortar los accesos León-Villablino por Babia (C-626), desde el pasado 11 de abril hasta el 17 de junio, para realizar unos movimientos de tierras y voladuras de roca, entre los kilómetros 36 y 39, o lo que es lo mismo, entre Cospedal y Villasecino, que impedirá el paso por estos 3 kilómetros, obligando a desviar el tráfico por San Emiliano, para salir de nuevo a la C-626 por una carreteruca de quinto nivel. Todo ello para transportes de menos de 16 toneladas, ante las dificultades del desvío, obligando a los de mayor tonelaje a rodear por La Magdalena y coger allí la carretera de Omaña. No dudo de que los desvíos sean necesarios, pero no habría otra solución más idónea que cortar el tráfico durante más de tres meses, con la problemática que entrañan, no solamente para los vecinos dela zona, sino para unas cuantas industrias, sobre todo del sector hostelero, que verán mermados sus ingresos ante la ausencia de camiones de gran tonelaje. Camiones que, por regla general realizaban sus comidas diarias en los negocios hosteleros de la zona. Posiblemente haya algún tipo de solución. Dado que nos acercamos al verano, seguramente sería posible el trabajar las veinticuatro horas, teniendo cortado el tráfico durante unas cuentas y abierto al resto. O, cuando menos intentar algún tipo de solución que no fastidie a nadie. Lo que resulta significativo es que solamente hayamos oído protestas del Ayuntamiento de Sena de Luna, y nada de los de Cabrillanes ni de Villablino...