CARTA TE ESCRIBO
Soñar la Cabrera
QUERIDO hermano: Salutem pluriman , que así se saludaban los romanos, y ahora ahí andáis buscando principia y finalem . Y aquí tendremos que acostumbrarnos pues la asociación Astures y Romanos anda embarcada en los festejos, que serán de aquí a un mes. Mucha salud, dinero el imprescindible y que la parienta siga aguantándote, que ya mérito. Quedaba, en la última, colgado en el proceso epistolar, por salirme al paso una fuga, que vino a ser como una tocatta para algún espabilado. Tenía yo entre manos, no aquello con lo que el moroso taparía el agujero de la viuda; tenía yo en mis manos un librito. Pero antes te diré que la cosecha literaria de estos días anda pareja a la del heno, abundante; que pronto se presentará en Astorga -ya lo hicisteis en León- El jardín de las favoritas olvidadas de Marifé, ese alter ego de Boisán tan entrañable; que el Marcelo Macías sacó a la luz las Jornadas Jacobeas , como costumbre de año compostelano; que la biografía de aquel presidente de Gobierno, astorgano él, García Prieto, con sus escritos parlamentarios más notables, pronto se presentará en Astorga, bajo los auspicios del Senado y de su nieto Sainz de Vicuña. Alfredo Prada, Lucas y otros senadores han prometido a Perandones estar presentes en el acto; es de agradecer y recuerda la debilidad de Lucas por Juanjo del que dijo al ministro Arias Salgado ser el mejor alcalde de Castilla y León con un solo defecto: ser del PSOE. Pero había prometido, hermano, escribirte de ese librito -15x12- y lo hago ahora; solamente 39 páginas de poesía; una joya aunque nada más fuera por la dedicatoria en latín culto, de seminarista de los de antes que traducían a Tito Livio, Ovidio, Virgilio y Cesar; dedicatoria a los carísimos amigos Senén y Margarita, Concha; a los que él llama condes de Vizcodillo, Pilar y Seve; a Fernando y Clara, que en todos ellos se engloba la Cabrera. El autor, ya te he hablado de él; es un tal Manuel Garrido a quien un día, cariñosamente, califiqué como nuestro cura montaraz; y ahora Manolo ha perdido el Norte; lo alejaron de la Cabrera para pastorear grey urbana, en la parroquia de San Antonio de Ponferrada; y lo mataron, o se mató. Tal vez lo pidió él, porque últimamente lo veía muy arriscado. Y ahí está el pobre, seguro que feliz, pues él obedeciendo disfruta. Sí, hermano, seguro que está feliz; pero la nostalgia no hay dios que se la quite; la morriña lo puede y estoy seguro de que sueña con aquellos valles, aquel cielo despejado y los sonidos silenciosos de su entrañada Cabrera. No en vano andan por ahí esos libros que son carne y yerba de la comarca, un serano perpetuo, que rezuma un dulce olor a lilas en Nogar y Quintanilla, en Saceda o Marrubio. Una gloria lejana titula Garrido a esas 39 páginas que nos dejan sembrada el alma de lirios, de urces y caraqueisas, de cantuesos en las laderas, de amapolas en el trigo de un mínimo valle. Llora Garrido la pérdida del almendro florido, el soto de castaños, el canto del mirlo y la matraca del cuco, el sonido de las campanas, el sendero bajo la umbría, la nieve en las cumbres y la niebla en los valles; llora el perdido mundo bucólico de la Cabrera. En su Ponto Euxino rumia el poso de los años felices y el recuerdo de los amigos carissimis , nobles y leales, a los que recuerda en sólo 54 estrofas que hacen 216 versos, con un prólogo y un epílogo. No hace falta más, Manolo.