Una trucha de honor
LA LUCHA entre la trucha y José María de la Iglesia Millet duró una hora, minutos arriba o abajo. La trucha digna de llevar corona por ser reina en peso, nada menos que cuatro kilos cuatrocientos treinta gramos y digna de llevar le cetro de modelo por sus medidas: sesenta y nueve centímetros, este hermoso ejemplar de trucha le dio a José María, vecino de Santa María del Páramo, una tarde de leyenda, ya que logró sacar del lecho del agua a una hermosa trucha que podrá hacer las delicias de su familia. Si estos ejemplares han sobrevivido en las aguas del río de ahora, cuando las aguas de este viejo truchero bajen depuradas, podremos llegar a aquellos tiempos en los que el Órbigo fue escenario de pescadores europeos equipados con aquellos petos verdes que nos dejaban la boca abierta a los que entonces niños, no conocíamos más que las botas negras de goma. La esperanza de que en nuestro Órbigo podamos volver a pescar como antaño y darnos aquellos baños beneficiosos y relajantes, llena de alegría a todos los habitantes de esta ribera denostada por nuestra falta de ética con la naturaleza y del despego que nos caracteriza de lo nuestro y nos hace más y más cazurros. Receta: Promesas en adobo Ingredientes: Políticos; anteriores, presentes y futuros (que muy pocos se arriesgan a llevar políticas coherentes con las verdaderas necesidades) / Ciudadanos de a pie ( que al igual que a los políticos no nos preocupa mas que el ahora y el yo). Preparación: El adobo de siempre se viene usando para dar sabor y para conservar, pues bien un buen adobo recubriendo las promesas de agua sana para el Órbigo y para el grifo (y las restantes que no es caso ahora de enumerar tantas y bellas promesas incumplidas y no exigidas, que tan culpable es el que las hace y no las cumple, como el que no las reivindica), posiblemente ablandará el hacer cotidiano de nuestros gobernantes y nos dejará una ristra de buenos resultados. Está por ver. Gracias a la truchísima de José María de la Iglesia Millet, he recordado lo hermosa que fue nuestra ribera, donde de niña soñaba con encontrarme a Nemo en las zambullidas de un río otrora límpido y puro. El Órbigo nos ha dado vida, no se la quitemos.