Felipe Pérez Pollán rindió un homenaje al poeta Carro Celada leyendo algunos de sus poemas
Una antología poética recogerá los veinte años de Poesía para vencejos
El castillo de Palacios de la Valduerna acogió a interesantes poetas y a un público embelesado
El certamen de poesía para vencejos alcanzó ayer su edición número veinte, entre un centenar de gente que acudió a la cita para escuchar los versos de las bocas de magníficos poetas como Antonio Colinas. Las primeras palabras fueron pronunciadas por Felipe Pérez Pollán, principal organizador del evento, que leyó unos poemas del fallecido José Antonio Carro Celada en un homenaje al poeta astorgano. El castillo de Palacios de la Valduerna se enmudeció con los versos de Adolfo Alonso Ares, poeta y escritor, que leyó varios poemas a los asistentes acomodados en el jardín del palacio. A continuación le tocó el turno a Margarita Arroyo, que dijo estar «muy agradecida por darle la oportunidad de presentarse en un lugar tan espléndido como este», seguida de la exposición de Patricia del Castillo. Pero además, el castillo de Los Bazán no sólo escuchó el eco de los versos, sino que también disfrutó de la música tradicional de los músicos María José Cordero, y del guitarrista Juan José Collado. Durante el solemne encuentro tuvo lugar la entrega del premio nacional de poesía Conrado Blanco León, cuyo ganador ha sido este año Miguel Ángel González García, con el poema Este paisaje es mi memoria. González García es de Astorga y es archivero y fabriquero de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Ourense, así como responsable de su patrimonio artístico y director del museo y tesoro catredalicio. El acontecimiento finalizó con los versos de Antonio Colinas, Agustín Delgado y Ester Folgueral, cuyo término también estuvo amenizado por el saxo de Esther Calvo y la flauta travesera de Stella Castro. Cada año son más los adeptos que acuden a la poesía para vencejos, que hacen disfrutar de los poemas de una manera diferente y amena, en un entorno envidiable, adornado para la ocasión, y que sin quererlo te atrapa, y te envuelve en los susurros del verso.