Cuando el tren se vuelve otro vecino

Entre la segunda mitad del siglo XIX y finales del XX, el auge de la actividad ferroviaria modificó la geografía española, extendiendo el tejido de vías y estaciones por lugares entonces desolados y sin ninguna condición de habitabilidad. La relevancia de una actividad económica intensiva en trabajo en unos momentos de escasa tecnificación y la dispersión de la mano de obra por todo el territorio nacional, unido a la lejanía, en muchos casos, de los núcleos de población dotados de servicios, provocaron el surgimiento de los poblados ferroviarios. Éstos se definen como «aquellos núcleos de población que nacieron, ex novo, por una vinculación muy estrecha a la llegada del ferrocarril, que estuvieron habitados mayoritariamente por empleados de las diferentes compañías explotadoras y que, por regla general, se localizaron en enclaves de importante actividad ferroviaria, complementando a las instalaciones que allí se asentaban», según fuentes de la Fundación de Ferrocarriles Españoles (FFE). Un ejemplo En la provincia de León existe un barrio ferroviario en Astorga, San Andrés, creado en 1896 cuando la Compañía del Oeste concluyó el tramo Salamanca-Astorga, perteneciente a la línea de Plasencia-Empalme (hoy Monfragüe). A partir de 1912 se fueron construyendo los pabellones de viviendas, en dos edificios con capacidad para 80 familias. Abandonados Actualmente, según el secretario de la Asociación Leonesa de Amigos del Ferrocarril, Miguel García, son propiedad de Renfe pero están abandonados desde que, hace unos treinta años, fueron desocupados por los ferroviarios que se asentaron en San Andrés. En este enclave leonés se da la circunstancia de que, probablemente, cuando se construya la línea de Alta Velocidad entre León y Ponferrada, el tren pase por delante de estos bloques, recuperando así en parte su pasado ferroviario. La explotación del mineral y el transporte hacia la red ferroviaria de la Compañía del Norte fomentó el crecimiento del núcleo poblacional, que fue asentándose en terrazas sobre las laderas, donde vivían el director de la mina, los ingenieros y el personal superior de la explotación minera. Además, se ubicaron cuarteles, pabellones de viviendas mineras, que constituyen, según la FFE, uno de los ejemplos más representativos de arquitectura social minera en España. También Sahagún vive la importancia de contar con el ferocarril en sus cercanías.