Diario de León

Memoria histórica de Abellar

En Canaleja de Torío se fundó en el siglo X un monasterio bajo la regla de San Benito, ahora derruido, que destacó por ser un foco cultural en el territorio astur-leonés

El paredón, son los únicos restos del monasterio benedictino que se conservan en la actualidad

El paredón, son los únicos restos del monasterio benedictino que se conservan en la actualidad

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Enrique Alonso Pérez - león
León

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La densidad histórica del monacato leonés y las huellas que se pueden apreciar de su actividad en el contexto religioso de la época -muchas de ellas tan sólo documentales, como es el caso-, nos lleva esta vez escarbar en las raíces de un monasterio encajado en la Regla de San Benito, que solamente estuvo activo durante los siglos X y XI en las inmediaciones del pueblecito de Canaleja, el más antiguo de la zona, según manifestaciones de su anterior presidente. Su escasa presencia en el tiempo, está sin embargo compensada por la relevancia cultural y documental que transmitió como legado inestimable, hasta el punto de que muchos estudiosos medievalistas destacan su carácter de foco cultural asturleonés considerándolo como punto de referencia indispensable por estimarlo el primero entre los cenobios del cuadrante noroccidental de la península. Bajo la regla de San Benito Muchos han sido los mentores que ha tenido el monasterio de Abellar, algunos de los cuales son verdaderas autoridades en la historiografía monacal del medievo cristiano. Todos ellos aportan datos para esclarecer la vida de un monasterio extinguido hace nueve siglos y en algunas ocasiones se da el contraste entre la interpretación subjetiva de ciertos legajos escritos en una lengua que estaba a punto de descomponerse en las diversas lenguas romance. El Padre Risco, Fray A. De Yepes, Díaz Jiménez -padre e hijo- Gómez Moreno, Fray Justo Pérez de Urbel, Estepa Díez, Justiniano Rodríguez y un largo etcétera que culmina con el exhaustivo estudio presentado como tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid por la Doctora María José Carbajo Serrano, son quienes han compuesto el puzzle definitivo y esclarecedor del monasterio en cuestión. La mayoría de ellos coinciden en señalar como fecha de arranque, con entidad jurídica, de nuestro monasterio, la del 3 de abril de 905 -hace once siglos-, en que el rey Alfonso III el Magno «concede al Abad Cixila y a los frailes del monasterio de Abellar el propio monasterio y sus bienes». Aunque este reconocimiento deja bien a las claras que el monasterio era ya una realidad: «Monasterio sanctorum Cosme et Damiani cuius baselica fundata esse dinoscitur super ripam fluvium Turiu territorio legionense». En cuanto a la ubicación, ha sido cuestionada también por diversos autores, hasta que la indiscutible autoridad de nuestro ilustre investigador, Justiniano Rodríguez, lo sitúa definitivamente. Hecho que recoge María José Carbajo en su estudio con la siguiente nota dedicada al investigador: «Su prospección sistemática de la zona inmediata a León le llevó al pequeño pueblo de Canaleja, a un kilómetro del cual se halla un paraje donde se distingue un fragmento de muro de un metro de espesor (que llaman el paredón y a veces el Castillo), al que se accede por un camino denominado todavía hoy Camino de San Cosme. El paraje se sigue conociendo por El Covento o El Monasterio por los habitantes del lugar y, en fin, la iglesia del pueblo mantiene su advocación a los santos Cosme y Damián». En cuanto a la proyección social del monasterio de Abellar, está quizá centrada en su rica biblioteca muchos de cuyos volúmenes salieron del escriptorium del propio monasterio, tal como puede ser la llamativa Biblia Mozárabe del siglo X que se conserva en el museo catedralicio. Pero la obra más preciada de cuantas se atribuyen a la herencia bibliográfica de Abellar, es sin duda el llamado Codice 22 o Códice Misceláneo o Samuélico también de nuestra catedral, cuya procedencia anterior -ya que se data en el siglo IX- parece que se confirma en la donación hecha por el padre del Abad Cixila, llamado Recafredo, que tomó hábitos en el monasterio como monje confeso. Los santos titulares Formaron estos santos parte de la avanzadilla que la Iglesia honra con especial relieve por su tenaz resistencia a las torturas romanas. Procedentes de una distinguida familia residente en las fronterizas tierras de Arabia, abrazaron un cristianismo incondicional que propagaron a través de sus sorprendentes curaciones como médicos titulados. Su celo y defensa de las esencias cristianas les llevó a un final cuajado de crueles torturas, físicas y psicológicas. Cosme y Damián fueron decapitados el 26 de septiembre del año 285 con una enorme conmoción del mundo cristiano. No es de extrañar, pues, que estos dos hermanos gemelos fuesen proclamados titulares de innumerables iglesias y monasterios cuya memoria perpetuaron y siguen haciéndolo en la actualidad.

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