Diario de León
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MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO HERMANO: ¿Cómo te crees que voy a estar? Machacado, hecho fosfatina y, perdona la expresión, jodido- Maldita sea; si es que llevo unos meses que solo hago perder amigos y compañeros. Andaba reponiéndome de la marcha de Leopoldo y en esta semana se han ido por partida doble; dos compañeros. El mazazo de José Carmelo es para atontonar, hermano. Lo habíamos visto luchar a brazo partido con la enfermedad, haciendo frente a la adversidad, con entereza, remontar el vuelo, derrotar la enfermedad y hasta hablábamos de celebración patronal como cada año, cuando le llegó ese zarpazo traicionero, súbito, repentino, sin que su tocado organismo pudiera reaccionar. Había afrontado ya el reto del trabajo; estaba satisfecho, alegre, con ilusión, ya ves. Así que te ruego, hermano, no vuelvas recriminarme por lo del tabaco; ahí lo tienes. Conviví con Jose una docena de años; era un deportista de gimnasio y campo, de alimentos sanos y a ser posible ecológicos, de los que él mismo cultivaba; no fumador, escaso bebedor y parco en todo; mientras los demás compañeros, a media mañana andábamos detrás del café bien cargado y otras cosillas él mordisqueaba una manzana de su huerto de Villalverde; hasta los kiwis eran de su cosecha. Días antes de la fatal recaída había estado de vendimia y en más de una ocasión catamos su cosecha de la que se sentía orgulloso. Maldita sea, si tenía solamente 46 años. Terminado el funeral de José Carmelo, nos comunicaban que en Ponferrada estaban celebrando un funeral por José Antonio Correa, Pepe Correa para nosotros, que también fue nuestro compañero en Radio Popular. Apareció en los estudios por el otoño del 69 de la mano de Andrés Luis; menudo, con gafas de concha y un saco de rabos de lagartija a cuestas; era un revolucionario, como debe ser un joven de 26 años; ensayaba en los sonidos y soñaba con tablas teatrales y platós de cine; derrochaba humor y simpatía; enamoró a Emma nuestra locutora y al poco se fueron camino de Madrid; obras de teatro como «Marat-Sade», de Marsillach; cine con Camus, series de televisión, teatro y cine fue su vida hasta hace unos días; el día dos nos dejaba. A tiempo, el pasado año, su Ponferrada natal le ofreció un homenaje. Y aquí te escribo, hermano; maldita sea la estampa traicionera de la muerte. Porque en menos de treinta años, a los de Radio Popular se nos han quedado en el camino nada menos que diez compañeros. Abrió la senda aquel primer director, aún más inquieto que el propio Correa, Esteban Carro; los últimos, enterrados esta semana José Carmelo y Pepe Correa; entre medias como un goteo incesante, como si la emisora tuviera que pagar algún tributo medieval Aparicio, el señor De Dios, Celedonio, Juanito, Ángel del Valle, Alejandro Cuervo y Jesús, aquel mi compañero de noches musicales, de teléfono cómplice con los oyentes, de camioneros amables en las madrugadas, que se fue hace nada. Lo que más rabia me da, hermano, es que a excepción del señor De Dios, todos eran jóvenes; eso sí que mata. Ya ves, mueren hasta las romerías. El día de san Froilán pasé por La Virgen; casi 30 años llevaba sin acudir; mejor no lo hiciera; a mi modo de entender -será por los años -, eso ya no es romería, es una feria despendolada como está ocurriendo con las demás. Por cierto, si te llega ésta en su tiempo y hora, has de saber que hoy se celebra la última de las romerías, la de Los Remedios en Luyego; le ocurre lo mismo que a la de san Froilán, sin embargo allí te espero, por los perdones y un paseo hasta la ermita de Santa Marina que el otoño invita a ello. Hay buenos robledales aunque el Teleno esté en cenizas.

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