Diario de León

CARTA TE ESCRIBO

Hora de solidaridad

Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Con toda certeza que andas desorientado, que no sabes si desayunas a las ocho o a las nueve; es el cambio de hora; tendremos que ponernos un chip como los ordenadores, que no me lo explico, bien sabes lo negado que soy para eso y no me aclaro cómo el muy pispo cambia solito de hora, si nunca coincide día de la semana ni la fecha; alguien tendrá que ponerme al corriente de estos misterios electrónicos. El miércoles, por fin, parece que la azucarera de La Bañeza iniciará la campaña. Y aquí viene lo de la solidaridad, que bien sabes esa factoría está en capilla. Y del señor Capilla quería decirte algo. Le conocí hace años, cuando los de Veguellina andaban alborotados que si se cerraba, o no, aquella azucarera. Montaron una mesa redonda, que era muy alargada, y me pidieron interviniera como moderador. Allí se arracimaron sindicalistas de diverso pelaje como Llorente, Turrado y otros. Que, por cierto todos continúan en la pomada. Entre ellos un señor llamado Capilla que no recuerdo a qué sindicato representaba, pero me olía a Comisiones Obreras, no me hagas caso, que eso no tiene importancia. El debate se desarrolló con absoluta normalidad y corrección impecable; con decirte que apenas tuve que intervenir como moderador, sino para dar la palabra a quien la solicitaba, está todo dicho. Todos estaban de acuerdo en el error del cierre y el desastre que ello iba a suponer para la comarca; todos propugnaban movilizaciones y actitudes tendentes a paralizar una muerte anunciada e irreversible. Pero sí, alguna reticencia sí que hubo; reticencia que afloraba con las intervenciones del señor Capilla, quien no estaba muy convencido de adoptar esas medidas, mientras él proponía negociaciones, jubilaciones anticipadas, cambios de personal, indemnizaciones y otros puntos que mosqueaban, en gran manera, a los representantes de los trabajadores de Veguellina y a los propios trabajadores que ocupaban la sala; alguno hubo que apuntó veía en la postura del señor Capilla una protección y defensa encubierta de la factoría de La Bañeza, también amenazada, a cambio del cierre de Veguellina; y la palabra insolidaridad brotó de muchos labios. Entonces me enteré -porque ya te he dicho que la mesa era alargada como de boda rumbosa, eso sí, sin manteles ni platos- que el señor Capilla trabaja, y trabaja en la actualidad, en la azucarera de La Bañeza. Supongo que aquellas pullas de insolidaridad y qué se yo, fueran solamente fruto del estado de ánimo de los riberanos ante la que se les venía encima. Ahora, hermano, cuando se va a iniciar una nueva campaña, los rumores no existen pero están incubándose; sobrevuelan malos pájaros negros que son portadores de una gripe, no aviar ciertamente, dañina como ella, mortal digo yo. Mira cómo no se han realizado las multimillonarias inversiones prometidas. En Europa ya viste cómo se han puesto las cosas; ni moción de naciones ni leches que valgan; España tiene que reducir la siembra, los labradores leoneses a tomar por biodiesel, y la única azucarera que nos queda, si no con los días contados sí con los años. ¿Cuántas campañas más hará? Por tanto, hermano, es hora que León se movilice; no para frenar esa reducción que impondrá Bruselas, sino para que La Bañeza subsista, que no pierda su factoría, pues en este caso no habrá ni siquiera eso de palacio de congreso despilfarrador. Es hora de solidaridad con La Bañeza, con sus ciudadanos, con las decenas de trabajadores, con los cientos de remolacheros. Solidaridad de todas las fuerzas sociales, políticas, económicas y sindicales. Y que nadie aparezca con falsas promesas de factorías alternativas después de lo visto en Veguellina.

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