El fuego que consumió la Piñata ahuyentó la monotonía

El carnaval astorgano finalizó ayer con la tradicional quema de la Piñata, a la que precedió un espectáculo del grupo de teatro en la calle A ras de suelo. La representación continúa con la idea del espectáculo Despierta , que, durante los años, se ha desarrollado de diferentes maneras. Así, si el año pasado el Quijote había sido el protagonista de la que de la Piñata y el anterior lo fue el Camino de Santiago, la vida del obrero estuvo en primer plano en la representación de anoche. El trabajador se quema, de ahí el título, con la monotonía diaria y es el carnaval, la Piñata, el que le hace romper con una rutina que le esclaviza. De ahí que la influencia de la fiesta llevara a los artistas a quemar las cajas del aburrimiento diario, que dos de ellos habían ido bajando en sus evoluciones por la fachada de la casa consistorial, y romper los despertadores que anuncian, una jornada tras otra, el comienzo de un día con más de lo mismo. A partir del despertar de la Piñata, los quemados entran en una sucesión de sentimientos y emociones que simbolizan la ruptura con el devenir diario y la liberación. La música de máquina que había sonado hasta el momento dio paso al estilo New Age , más fresco, menos machacón. Sugestión A Ras de suelo volvió a recurrir a la sugestión de las llamas, pero renunció a las chispas de otros años, sustituyéndolas por baterías y lanzadores de confetis y serpentinas, dispuestos desde la plaza de España hasta la de San Roque, donde la gran piñata esperaba el momento de su quema, junto a la Piñatina, la pequeña que utilizó el grupo durante el fin de semana para poner en marcha una alegoría de la vida diaria y el carnaval desde el desfile del sábado hasta el cierre de la fiesta, ayer por la noche. El broche de oro lo puso la quema de una colección de fuegos artificiales, con música de Vangelis. Con la Piñata ardieron ayer en Astorga los malos espíritus.