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«Peor fue la riada y no avisaron»

Los vecinos de Caín se resignan a sufrir los inconvenientes que ocasionará el corte de la carretera por las obras de acondicionamiento, que incomunicarán a la localidad un mes

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Larry - corresponsal | picos
León

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Si a los vecinos de cualquier pueblo que nos podamos imaginar se les dijera que no iban a poder acceder con sus coches a sus casas durante más de un mes debido a una reforma del acceso, no parece difícil pronosticar cual pudiera ser la reacción de los habitantes de ese pueblo. Eso se debe a que no estábamos pensando en Caín de Valdeón. A los vecinos de Caín ya se les ha avisado de que, tras el paso de la Semana Santa, habrá un momento en el que el pueblo quedará sin posibilidad de acceso rodado durante un período de unos treinta y cinco días, debido al acondicionamiento de los últimos ochocientos metros de la carretera que llega desde Posada y Cordiñanes, el único acceso rodado de que dispone el pueblo. La noticia no ha provocado ninguna protesta vecinal, sino que ha sido acogida por la mayor parte de los vecinos con la resignación liberadora de un pueblo que lleva casi veinte años clamando por la reforma de una de las carreteras más peligrosas de la provincia y por la cual circulan centenares de vehículos al día durante la época vacacional. Inevitable ha sido la discusión entre los más incrédulos que todavía dudaban del comienzo de unas obras tantas veces prometidas y nunca materializadas; hasta que ayer por la tarde llegó la primera máquina a las inmediaciones del tramo de carretera a reparar, haciendo el efecto de un bálsamo sobre casi todo el mundo, incluidos los muchos visitantes que llegaban a Caín a pasar las vacaciones de Semana Santa. «No nos lo acabamos de creer. Venimos todos los años desde Bilbao en verano y Semana Santa y estamos ansiosos por volver en verano y que la carretera esté arreglada. Ya era hora», manifestaba ayer un visitante habitual de Picos cuando llegaba a Caín en su coche y con un grupo de amigos. No hay otro remedio Los vecinos son conscientes de que para afrontar el arreglo de la carretera no queda más remedio que interrumpir el tráfico rodado durante el tiempo que las obras lo requieran. No se alegran por ello, pero lo asumen resignados ante el comienzo de la obra más esperada por todos. Mientras tanto, las entidades locales se coordinan para minimizar los efectos. Desde el Ayuntamiento se estudia la posibilidad de dejar un vehículo municipal al otro lado de las obras en el caso de que fuese útil para facilitar el transporte de personas y mercancías, teniendo que coordinar ésta y otras propuestas con la empresa que va a comenzar las obras. «No parece difícil darse cuenta de lo que puede suponer, pero esperamos contar con la buena voluntad de todo el mundo para que los problemas sean los mínimos», señaló Mariano Rojo, alcalde de Posada. En el mismo sentido se manifestó el alcalde pedáneo de Caín, Víctor M. Sánchez, quien señaló algunos de los servicios que se verán afectados, como el desplazamiento diario de dos estudiantes al instituto de Riaño, el abastecimiento de pan, de carne o de pescado, la asistencia de los maestros itinerantes de música y gimnasia que no residen en Caín, la llegada del médico a pasar consulta un día a la semana o las urgencias que puedan surgir durante el período de cierre. «No queda otro remedio si queremos la carretera. Peor fue cuando la riada del 80 y no nos avisó nadie.»

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