| Entrevista | Manuel Gullón y de Oñate |
«Los cuerpos de las voluntarias fueron hallados incorruptos»
Quiere alejar el proceso de beatificación de connotaciones políticas, y espera completarlo con documentación sobre lo que define como una mejoría en la enfermedad de su madre
Manuel Gullón y sus cinco hermanos comenzaron el trámite para intentar beatificar a tres enfermeras de la Cruz Roja residentes en Astorga y asesinadas en Asturias durante la guerra civil por milicianos republicanos. -¿Cómo surgió la idea? -En vida de mi padre el caso estuvo rodeado de cierta discreción, y mis cinco hermanos y yo decidimos no iniciar el proceso por respeto a él, que era el único hermano vivo de una de ellas, Pilar Gullón. No sabremos nunca si él supo lo que pasó. Pero cuando falleció, en el 2002, y como habíamos vivido el testimonio familiar de lo que les sucedió, decidimos informarnos e investigar. -¿Cómo fallecieron Pilar Gullón, Octavia Iglesias y Olga Pérez-Monteserín? -Las enfermeras voluntarias de la Cruz Roja rotaban cada quince días, y ellas tuvieron la posibilidad de regresar a Astorga y turnarse con otras jóvenes para cuidar a los heridos de la guerra civil en el Hospital de Sangre de Pola de Somiedo, pero pidieron quedarse también en el segundo turno. Fue cuando atacaron los milicianos republicanos. Las llevaron esposadas y atadas al pueblo. El jefe de la expedición, apodado El Patas , les ofreció dejarlas libres y volver a Astorga si renegaban de su fe y se sumaban a su partido. Al negarse ellas, las encerraron en una casa de Pola, que existe todavía, y El Patas les dijo a los milicianos que hicieran con ellas lo que quisieran durante la noche. Éstos las violaron y su jefe incluso hizo circular por el pueblo un carro de bueyes para que el chirrido de sus ejes hiciera más difícil oir los gritos de las tres enfermeras. Al día siguiente, el 28 de octubre de 1936, al mediodía, las fusilaron desnudas. -¿Sabe si fueron víctimas de otras torturas? -No, aunque el grupo de gente de Astorga que fue a recoger sus cadáveres en febrero de 1937, y los halló en una fosa común junto al del teniente de la guarnición, afirmó que, al menos una de ellas, tenía heridas en la cara. Eran un médico, un delegado de la Cruz Roja, un militar y un enterrador, entre otras personas. -Y ¿cómo podía saberse tantos meses después? -Porque sus cuerpos estaban incorruptos. Hay que pensar que era pleno invierno y la fosa estaba en un prado. -¿Cree que este dato puede ayudar al proceso de beatificación? -Lo desconozco. -¿Dónde constan documentalmente sus afirmaciones respecto a las circunstancias de la muerte de las enfermeras? 1397058884 El Patas fue apresado y se le hizo un juicio sumarísimo en León. Declararon él, milicianos de su grupo y vecinos de Pola de Somiedo, que explicaron, y quedó reflejado por escrito, cómo murieron. Además, el grupo de vecinos de Astorga trajo, también por escrito, testimonios de los habitantes del pueblo. Es suficiente prueba de martirio. -¿Tiene conocimiento de algún supuesto milagro logrado por alguien que pidiera la intercesión de las tres jóvenes? -Sólo conozco el caso de mi madre, Maravillas de Oñate. En 1998 estaba muy enferma, no podía caminar ni hablar, se movía en silla de ruedas y esperábamos su muerte en cualquier momento. El 22 de febrero de 1999 mis padres celebraban sus bodas de oro. Mi padre, que había elaborado una oración para las tres enfermeras, empezó nueve días antes, sin decirnos nada, una novena rezándoles esa oración. Curiosamente, a partir del 22 de febrero, mi madre se repuso completamente, empezó a andar con bastón y a hablar. No profundizamos más, tenemos documentos médicos que acreditan que antes había estado enferma, pero no murió hasta el año pasado. No hemos hecho nada con este caso porque queremos acabar con la primera fase antes, pero trataremos de incorporarlo al proceso. -Quieren dejar al margen del caso la política, ¿no? -Así es. Sólo queremos dar testimonio de su fe, de lo valientes que fueron las tres, no nos mueve ninguna motivación política ni revanchista. Aunque parece que ahora existe un proceso de vuelta atrás, es cuando nosotros hemos podido iniciar el trámite, porque antes vivía mi padre. Ellas podían haber estado en el otro bando, pero les tocó en éste. -Parece que nuevos familiares van a sumarse al proceso... -Iniciamos las gestiones mis cinco hermanos y yo por ser sobrinos carnales de Pilar Gullón, de la que Octavia Iglesias era prima, aunque podía haberlo hecho cualquiera. Ahora, todos los interesados pueden incorporarse a la fundación como socios. Estuvimos intentando averiguar si las enfermeras tenían familiares, y últimamente algunos de ellos han contactado con nosotros y anunciado su deseo de sumarse a esta iniciativa. -El trámite ¿requiere una gran inversión? -Sí. Lo estamos pagando todo nosotros, los viajes y otras cuestiones, pero hemos abierto una cuenta en Caixa Galicia de la ciudad, a nombre de las Enfermeras Mártires de Astorga, para que, quien lo desee, pueda aportar una contribución voluntaria. -¿Son optimistas sobre la resolución del proceso? -Sí, esperamos cerrarlo el 28 de octubre, coincidiendo con el 70 aniversario de los fallecimientos, para que el expediente llegue a Roma y pueda continuar su estudio.