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| Reportaje | Un día en la delegación de Alfaem |

La creatividad como terapia

Un taller de literatura y otro de pintura tratan de prestar apoyo a los enfermos mentales, que hallan en las relaciones personales y la atención de las voluntarias alivio a sus problemas

La imagen muestra una de las clases de pintura a las que asisten habitualmente los socios de Alfaem

Publicado por
Maite Almanza - astorga
León

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La delegación astorgana de la Asociación Leonesa de Familiares de Enfermos Mentales (Alfaem) funciona en la ciudad desde hace tres años. Lejos de la creencia que hace décadas abogaba por mantener a estos afectados alejados de la sociedad, la entidad, como otras de su ámbito, apuesta por una integración lo más completa posible en su entorno y por ofrecerles, a modo de terapia, varias actividades, en principio cotidianas y poco relacionadas con el tratamiento estricto de estas patologías. Monitoras y enfermos aseguran que funcionan. Así, la delegación astorgana de Alfaem cuenta con dos talleres, de literatura y pintura. Tres voluntarias hacen de monitoras: Elsía Armesto en el primer caso y Meli González y María Luisa Diez en el segundo. Las tres acompañan a los enfermos varias horas a la semana y coinciden en señalar que estas actividades contribuyen de manera notable a su mejoría. «Cambian hasta su aspecto, al principio venían a las clases muy desanimados, ahora lo hacen con ilusión. Para ellos es un aliciente, les ayuda a llevar una rutina diaria, tienen un motivo para levantarse, y se sienten satisfechos de que alguien valore lo que hacen», señala Meli González. «Esta iniciativa les ayuda a cuidarse a sí mismos, a quererse, y a tener iniciativa, porque sólo pintan lo que les gusta», añade la monitora. «Nos hacemos compañía mutuamente, son todos muy agradables, a mí me encanta venir», apostilla María Luisa Diez. Los aprendices de artista pintan cuadros inspirados en escenas que les resulten atractivas, principalmente, obras figurativas. Unas ocho personas acuden a este taller y al de literatura, en el que la profesora jubilada Elsía Armesto propone a los asistentes poemas, pensamientos de grandes autores e incluso noticias periodísticas que somete a su comentario. «Procuro que sean siempre textos positivos, que les sugieran algo», explica Armesto. Además, los afectados realizan ejercicios de escritura, como completar frases o unir sustantivos y adjetivos para hacer un texto general, y comparten sus experiencias vitales. «Todo esto les beneficia, yo noto que se van soltando a escribir. Les viene bien relacionarse unos con otros, para no aislarse. A veces llegan tristes al taller, aunque no sepan por qué, y cuando salen dicen que se les ha quitado un gran peso de encima, porque hablamos mucho. Y yo trato de quitarle importancia a sus problemas», explica la monitora.