Diario de León

CRÓNICAS PÉSICAS

Calechu en Papalaguinda

Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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DUDAS tenía al titular esta, entre si habría sido calechu o filandón, aunque hoy se utilizan ambos términos, por regla general, sin distinguir entre ellos, aún a sabiendas de que desde tiempos inmemoriales, el calecho era la reunión que en una casa, al amor de la lumbre, se hacía antes de la cena, durante la cual se charlaba de lo divino y de lo humano, y el filandón era una vez cenados, y en ella, amén de continuar con la charla, se jugaba a la brisca, y las mujeres cardaban e hilaban. Las dudas me surgían, aún cuando no habíamos cenado aún, por ver a Ovidio el de Matalavilla, hilando sin parar, ante los asombrados ojos de aquello que se paraban a observar que haría aquel hombre dándole vueltas a un hilo que hacía sobre un palo muy raro. A pesar de la hora del mismo, poco más de media tarde, podría ser ambas cosas lo que un puñado de lacianiegos concelebramos el pasado domingo, día de San Juanín en Sosas (sin ir más lejos). Habría que empezar diciendo que a los lacianiegos de la diáspora, nos presta mucho cuando hay algún tipo de celebración en la que interviene alguien del país, más aún, cuando en medio de las fiestas mayores de la capital, rodeados de dos docenas de casetas de feria en las que se hermanan gentes venidas de fuera, bien sea de Cuba, de Senegal, de Rusia o de Brasil (por citar algunos), la única representación provincial que vendía sus productos, que no son otros que esperanzas en un futuro lleno de naturaleza, era Laciana. No se yo, si los lacianiegos seremos los más listos de esta provinciona tremendamente diversa, pero lo que si me consta que allí donde podemos vender algo de país allí estamos, tal y como ocurría en el paseo de Papalaguinda, donde comandados por Maribel Gómez, concejala de cultura del ayuntamiento lacianiego, se intentaba dar a conocer el Valle de Laciana a las personas que aún no saben que existimos. ¿Y cómo se hacía esto?. Pues aprovechando las fiestas de León, en un domingo, día de bastante afluencia, en una caseta de feria, rodeados como digo de una multitud de gentes venidas de otros mundos, se vendían unas maneras ancestrales de ser y de estar, mezclando pasado y futuro. Pasado, en el cardado y el hilado de la lana. Futuro, en el programa de los cursos de verano de la Universidad Carlos III. Pasado, en unos bailes propios al son de los panderos. Futuro, en una esperanza en forma de cartel: «Laciana, es, cielo. Es, tierra. Es, valle», que aunque discrepemos bastante entre lo que cabe en un papel (que todo lo aguanta) y la triste realidad, hem os de reconocer que como slogan está bien... No tiene precio el poder ver, aunque el escuchar es otro tema, ya que el infernal ruido de cumbias, bachatas y otras músicas étnicas, apenas nos dejaron, los maternales sonidos patsuezus que en forma de comedia (antes aquí por el valle a cualquier obra de teatro se le llamaba comedia), que interpretada por el grupo Tsaciana pusieron allí, a pie de calle, en escena la obra de Julio Alvarez Rubio «Fui a cortexar a Robles». Aunque los actores se desgañitaron para que pudiéramos oírles, solamente aquellos que gozamos de buenas antenas pudimos hacerlo. Aunque dicen, que tras la panza viene la danza, aquí fue al revés, tras los bailes del país salieron las empanadas (también del país, faltaría más), algo de tsacón con pan y, aunque el vino (todo hay que decirlo) no fuera digno de celebrar el merecido ascenso que en esos momentos lograba la Deportiva Ponferradina, ya que no era del hermano Bierzo, no hay cosa que no arreglen unos buenos fisuelos, unos retorcidos y hasta café de pote. Si estaría bueno el convite que había que rodear la mesa para que los paseantes leoneses no nos dejaran a dos velas... Sea como fuere, aunque el acto nos supiera a poco, siempre presta mucho el dar un abrazo a la gente del país que aunque vivamos a diez kilómetros, apenas tenemos tiempo de vernos y más aún, a los que vienen representándolo. Estas son las prisas de siglo XXI... Pero siempr e habrá tiempo para honrar a Laciana y a sus gentes...

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